PULSO POR LA HEGEMONÍA EN ORIENTE PRÓXIMO

Los equilibrios de Catar

Símbolo 8 Unos jóvenes catarís se retratan junto al nuevo Airbus A380 de Qatar Airways, el jueves, en Doha.

Símbolo 8 Unos jóvenes catarís se retratan junto al nuevo Airbus A380 de Qatar Airways, el jueves, en Doha.

ANA ALBA / JERUSALÉN

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Las reservas de petróleo y de gas han convertido a Catar -una península del Golfo Pérsico más pequeña que la provincia de Lleida- en uno de los países más ricos del mundo cuyas aspiraciones no son solo invertir en negocios sino erigirse en un peso político regional en Oriente Próximo. La monarquía catarí dio un apoyo económico y militar importante a los rebeldes libios que luchaban contra Muamar Gadafi. En Egipto estuvo al lado de los Hermanos Musulmanes; en Gaza, de Hamás, y, en Siria, es sostén económico de grupos rebeldes que combaten al régimen. «Recibimos grandes sumas de dinero catarí para comprar armas», aseguró a este diario un miembro de una facción islamista moderada del Ejército Sirio Libre (ESL).

Catar, como Arabia Saudí, financia a grupos insurgentes islamistas. Según analistas y diplomáticos en Oriente Próximo, hasta hace poco eran moderados, pero hora son también formaciones yihadistas. A finales de agosto, el ministro de Desarrollo alemán, Gerd Müller, se atrevió a acusar a la monarquía catarí de llenar las arcas del Estado Islámico (EI), el grupo yihadista conocido por cometer atrocidades contra civiles y militares.

Merkel

«Hay que preguntarse quién está armando y financiando a las fuerzas del EI. La palabra clave es Catar. ¿Y cómo actuamos con esta gente y estos estados políticamente?», dijo Müller sin presentar ninguna prueba. El emir de Catar, el jeque Tamim ben Hamad al Zani, subrayó en Berlín, junto a la cancillera alemana, Angela Merkel, que su país «jamás ha apoyado a grupos extremistas ni a organizaciones terroristas». Merkel aseguró haber hecho «todas las preguntas necesarias al emir y no tener ningún motivo para poner en duda sus declaraciones». Catar ha invertido millones en numerosas empresas alemanas.

Oficialmente, ningún Gobierno occidental apunta con el dedo a Catar porque a todos les interesan sus suculentas aportaciones. EEUU alega que no hay pruebas de que Catar financie al EI, a pesar de que algunos congresistas han expresado en público sus sospechas.

El presunto apoyo económico a yihadistas no es la única mancha en el expediente catarí. Es pública y notoria la simpatía de Catar por los Hermanos Musulmanes de Egipto y el movimiento islamista palestino Hamás. La monarquía catarí ha acogido a figuras de la Hermandad perseguidas en Egipto después del golpe de Estado que derrocó al presidente Mohamed Mursi en julio de 2013. También ha abierto sus puertas al líder de Hamás, Jaled Meshal.

Según el expresidente israelí Shimon Peres, Catar es «el mayor financiador del terror», pero Israel y Catar mantienen buenas relaciones, aunque el Gobierno israelí no quiere que Catar se convierta en un peón clave en el conflicto con los palestinos. En julio, durante la guerra de Gaza, el secretario de Estado de EEUU, John Kerry, buscó el apoyo de Catar y Turquía para que presionaran a Hamás y aceptara un alto el fuego. Israel, Arabia Saudí, Egipto y los Emiratos Árabes Unidos montaron en cólera y Kerry apartó a turcos y catarís de las negociaciones. Fuentes diplomáticas indicaron que la venganza de Catar fue obligar a Meshal a rechazar la tregua bajo la amenaza de expulsarlo del país.

Presiones

De una manera más amable, los catarís han pedido a siete miembros de los Hermanos Musulmanes refugiados en su territorio que lo abandonen. Parece ser que Catar ha recibido presiones de Arabia Saudí y de EEUU, que no quieren contrariar a Egipto, receptor de jugosas cantidades de los saudís.

Los catarís dan una de cal y otra de arena. Catar «es un país pequeño y rico que intenta mantener una influencia de 360 grados», explicó a la agencia Reuters Michele Flournoy, directora del Centro para una Nueva Seguridad Americana. «Toman precauciones e intentan asegurarse de que tienen influencia, no importa quién salga victorioso», en la lucha de poder en Oriente Próximo, señaló Flournoy.

Los expertos consideran que este juego de equilibrios catarí responde a un deseo de mantener buenas relaciones con Washington y seguir influyendo en su región. Catar, gran comprador de armas de EEUU, ha accedido a formar parte de la coalición liderada por Washington contra el EI y alberga una de las bases militares americanas más importantes de la zona. Además, fraguó el acuerdo para que los talibanes liberaran, en mayo, a un sargento americano a cambio de que EEUU excarcelara a cinco talibanes presos en Guantánamo.