TENSIÓN POLÍTICA Y SOCIAL EN ALEMANIA
Merkel cede a las presiones y endurece su política inmigratoria
Carles Planas Bou
Periodista
Periodista tecnológico entre el mundo digital y la política internacional. Centrado en capitalismo de plataformas, IA, vigilancia y derechos digitales. Excorresponsal en Berlín durante más de cuatro años, cubrió los gobiernos de Merkel, la crisis de los refugiados y el auge de la extrema derecha. También ha trabajado en Europa Central y en Canadá. Graduado en Periodismo por la URL y máster en Relaciones Internacionales por la UAB. Ha colaborado con TV3, TVE, Deutsche Welle, Catalunya Ràdio, El Orden Mundial o El Salto.
CARLES PLANAS BOU
La situación en Alemania es cada vez más tensa. Cuando en septiembre la llegada de refugiados hacia Europa empezaba a acentuarse, la cancillera alemana, Angela Merkel, optó por la arriesgada decisión de abrir las fronteras y liderar la respuesta continental al drama humano. Cuatro meses más tarde su estrategia se le ha girado en contra. Alemania está desbordada ante los cientos de miles de peticiones de asilo que ha recibido y la líder conservadora ha visto como su figura ha pasado de ser intocable a ser cuestionada por casi todos.
Así lo demuestra una última encuesta que apunta a que a hasta el 40% de los alemanes les gustaría ver a Merkel dimitir por su polémica gestión de la crisis migratoria. En medio de fuertes críticas internas, la Unión Demócrata Cristiana (CDU) también ha visto como sus número caen constantemente. Eso ha forzado a Merkel a claudicar ante el ala más conservadora de su partido y a aceptar endurecer la política inmigratoria, agilizando la expulsión de los refugiados a quienes se les deniegue la petición de asilo.
Los acuerdos alcanzados entre los partidos de la gran coalición -CDU, su aliada bávara CSU y el Partido Socialdemócrata (SPD)- restringen también las posibilidades de reagrupación familiar e incluyen a Marruecos, Argelia y Túnez en la lista de países seguros. Según el jefe del grupo parlamentario conservador, Volker Rauder, los acuerdos son parte de los "esfuerzos nacionales para hacer frente a la crisis de los refugiados, que deben enmarcarcarse en una solución europea".
De las tensiones generadas por la llegada de más de un millón de refugiados el año pasado, se está alimentando la euroescéptica y xenófoba Alternativa para Alemania (AfD), con estrechos vínculos con el movimiento islamófobo Pegida. El partido se ha disparado en las encuestas hasta situarse como tercera fuerza política del país, con el 13% de intención de voto.
El próximo paso para el populismo de AfD son las elecciones en estados claves de Alemania del próximo marzo. La ultraderecha amenaza con robar votos a la CDU de Merkel en los comicios de estados clave para los conservadores como Baden-Württemberg, al sur del país. Según apunta el diario 'Bild', el partido habría conseguido recaudar desde diciembre donaciones superiores a los tres millones de euros para impulsar su campaña.
AGRESIONES
La polarización de la sociedad alemana en la cuestión de los refugiados se ha plasmado en el arco parlamentario pero también en las calles. Esta pasada madrugada un grupo de desconocidos lanzó una granada de mano en un hostal de Villingen-Schwenningen, en Baden-Württemberg, en el que se hospedaban hasta 170 refugiados. A pesar de que el artefacto no explotó y no hubo heridos, el acto demuestra una vez más la creciente violencia contra los ciudadanos extranjeros.
Según las autoridades, en el 2015 se registraron un total de 1.005 ataques, lo que supone quintuplicar los datos del 2014. De ellos se especula que unos 901 estarían motivados por la ideología xenófoba. La polémica por las múltiples agresiones sexuales de Nochevieja en Colonia, en la que participaron solicitantes de asilo, ha dado alas a la retórica hostil de la ultraderecha y ha dado pie a nuevas agresiones contra ese colectivo. Los ataques van desde los incendios provocados contra refugios a agresiones físicas y verbales y a pintadas ofensivas.
La tensión también va más allá de los ataques racistas. La abrumadora dificultad de gestión en la que se han encontrado muchas ciudades alemanas también está pasando factura a los refugiados. Cansados de la interminable espera, hasta 2.299 solicitantes de asilo han denunciado a la oficina federal de migración para poder agilizar unos trámites que en muchos casos ni han empezado. A pesar de que las autoridades ampliaron sus servicios y personal, se han visto desbordadas por las incesantes peticiones de personas que llegan principalmente de Siria, Afganistán, Irak y Eritrea.
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