Los insultos de Scaramucci exponen la cruenta guerra de facciones en la Casa Blanca de Trump

Antohony Scaramucci, nuevo portavoz de      la Casa Blanca, el viernes en Washington.

Antohony Scaramucci, nuevo portavoz de la Casa Blanca, el viernes en Washington.

IDOYA NOAIN / NUEVA YORK

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 Desde que Donald Trump llegó a la Casa Blanca muchos de sus opositores han rogado mantener vivo un pensamiento y no dejar de recordarlo: “Esto no es normal”. El presidente y su Administración se lo están poniendo fácil. En las últimas 48 horas se ha intensificado la espiral de caos en la que se hunde el Ala Oeste, un torbellino impulsado por guerras intestinas que han alcanzado inéditas cotas vitriólicas y de exposición pública.

Y la más seria muestra, por ahora, de la degradación de la institución y del discurso ha sido una soez y sonada diatriba del flamante director de comunicaciones de Trump, Anthony Scaramucci, que ha llamado "puto esquizofrénico paranoico" al jefe de gabinete, Reince Priebus, y hablando del estratega jefe de Trump ha dicho: !Yo no soy Steve Bannon, no intento chuparme la polla, no intento construir mi propia marca a costa de la puta fuerza del presidente".

El miércoles por la noche, después de que un periodista de ‘The New Yorker’ colgara un tuit informando sobre una cena que estaba teniendo lugar en la Casa Blanca con el presidente, la primera dama, dos periodistas y un ejecutivo de la cadena Fox, Scaramucci llamó al reportero exigiendo saber quién le había filtrado esa información. Apuntaba directamente como responsable a Priebus, a quien acusaba también de haber cometido “un crimen” al pasarle a ‘Politico’ información sobre una de sus declaraciones financieras que se publicó el martes (en realidad no había filtración y esa información era pública).

Ryan Lizza, el reportero, se negó a dar información sobre sus fuentes. Grabó la conversación, que no era off de record, y en la que junto a los insultos a Priebus y Bannon Scaramucci soltó otras perlas del tipo “quiero jodidamente matar a todos los filtradores” y "voy a despedirlos a todos".

Cruenta guerra entre facciones

Se trata de mucho más que de un episodio de uso de "lenguaje colorido", como ha tratado de minimizar su invectiva Scaramucci, un antiguo inversor de Wall Street que ha sido bautizado ya como el "mini yo" de Trump por similitudes que van más allá del estilo. Es la explosión de la conocida tensión entre distintas facciones del círculo del presidente, una compleja amalgama dominada por gente sin experiencia previa en el gobierno donde los enfrentamientos y las luchas por el poder han hecho que no solo sean tabloides como ‘The New York Post’ los que comparen la Casa Blanca con un ‘reality show’ plagado de "mezquinas divas". Y un factor preocupante en el triste culebrón es que al propio presidente, según reconocía el jueves su portavoz, Sarah Huckabee Sanders, "le gusta este tipo de competición y la alienta".

La mala sangre entre Scaramucci y Priebus, el antiguo presidente del Comité Nacional Republicano y máximo exponente del ‘establishment’ en la Casa Blanca, era de sobra conocida. El jefe de gabinete había conseguido frenar durante meses el fichaje del inversor de Wall Street, pero acabó perdiendo el viernes pasado, cuando Trump anunció que Scaramucci sería el nuevo director de comunicaciones (y echando sangre en la herida determinó también que no estaría subordinado, como es habitual, al jefe de gabinete, sino que respondería directamente ante el presidente). El fichaje llevó a dimitir a Sean Spicer, el portavoz de la Casa Blanca que era el más importante aliado de Priebus.

En su primera aparición ante la prensa ese viernes Scaramucci trató de proyectar una imagen de normalidad, asegurando que él y Priebus eran "amigos" y "como hermanos" enfrentados en típicos roces. Pero la máscara ha caído. El jueves por la mañana, antes de que Lyzza publicara todos los detalles de la conversación, Scaramucci llamó a CNN mientras entrevistaban al periodista y confesó que la relación supuestamente fraternal es más parecida a la de Caín y Abel. Está por ver quién es quién pero Scaramucci, con el favor del presidente, tiene las de ganar. Y no es solo el propio Scaramucci, sino también fuentes cercanas a la Administración, quienes dicen que Priebus tiene los días contados en el cargo.