El reto yihadista

Las críticas por los fallos de seguridad arrecian en Túnez

Una pareja de guardamuelles patrullan en la playa de Susa, este lunes.

Una pareja de guardamuelles patrullan en la playa de Susa, este lunes. / MAYKA NAVARRO

MAYKA NAVARRO / SUSA

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Túnez se juega seguir siendo un buen destino turístico de playa si demuestra capacidad para hacer una investigación que permita aclarar los muchos interrogantes que planean sobre el atentado que el viernes costó la vida a 38 personas, todas turistas, en su mayoría británicos. Los europeos solo volverán a acomodar con tranquilidad sus toallas sobre las paradisíacas playas tunecinas si el Gobierno es capaz de garantizar unas medidas que impidan que vuelvan a suceder los fallos garrafales de seguridad que permitieron a Seifeddin Rizgui, de 23 años, disparar durante más de una hora sin que por el hotel apareciera ni un solo policía. Y con la única resistencia de los trabajadores de la playa, que mientras le perseguían e insultaban le arrojaban piedras.

Tres días después del atentado, y tras una reunión en Susa con los ministros del Interior del Reino Unido, Francia Alemania, el titular de Interior tunecino anunció la detención de un número «indeterminado» de personas. En su mayoría jóvenes del círculo de amistades del terrorista que forjó en sus últimos años de estudiante de ingeniería electrónica en la ciudad santa de Kairuan.

Una redada que, según el ministro tunecino, habría permitido la desarticulación de la célula que dio cobertura al que hasta ayer era un mero 'lobo solitario' a las órdenes del Estado Islámico.

Tres días después del accidente sigue sin saberse cómo Seifeddin llegó hasta la playa, cargando el kalashnikov, bastante munición y tres granadas de mano. Se supone que procedía de Kairuan, a una hora en coche desde Susa. ¿Viajó solo? ¿Le acompañó alguien? Varios trabajadores de la playa, a los que en estos tres días ni un solo policía ha interrogado, han explicado a este diario que vieron a Seifeddin sentado en la arena, junto a la zona de las tumbonas del hotel Riu Imperial Marhaba. Que había escondido el subfusil de asalto bajo una sombrilla.

ARMA DE LIBIA

¿Cómo consiguió el arma? A diferencia de la vecina Libia Siria, en Túnez la revolución fue corta. Una revuelta que permitió la caída del régimen sin desembocar en un conflicto armado. Para muchos analistas el kalashnikov llegó de Libia. Pero se desconoce cómo acabó en las manos de un joven que en sus 23 años de vida no había dado ni una sola señal de fanatismo religioso. Como en otros casos tan cercanos como los presuntos terroristas detenidos en la 'operación Caronte' en Catalunya, Seifeddin pudo radicalizarse en poco tiempo, incluso sin salir de Túnez. En estos últimos años hasta 3.000 tunecinos han luchado en Siria y Libia, y se calcula que 500 han vuelto. En cambio este joven que decía que sería un gran rapero no viajó al frente. Se quedó. Y emprendió su propia guerra de hora y media sin casi salir de casa.

Preguntas y más preguntas que nadie acierta a responder. Sigue sin saberse como ni un solo policía plantó cara al joven armado. La directora del hotel reiteró ayer que el personal de la recepción telefoneó a la policía en cuanto se escucharon los primeros disparos. Ni a cinco minutos en coche de la puerta principal del hotel hay una rotonda con un control policial permanente. Ni se movieron. Tuvo que ser una pareja de guardamuelles, los gendarmes que tutelan las fronteras, los que tras recibir el aviso accedieron a la playa desde una embarcación. «Cuando llegamos el joven ya se adentraba en el callejón. Si no le llegamos a disparar, habría seguido matando. Todavía le quedaba munición y una granada». Lo explica a este diario un miembro de este cuerpo de gendarmes que lamenta las graves deficiencias de seguridad. «Nadie entiende por qué no llegó antes la policía».

Precisamente hasta Túnez se ha desplazado un equipo de Scotland Yard para chequear los sistemas de seguridad de los 'resorts' tunecinos y comprobar los tiempos de respuesta de la policía ante un nuevo ataque. Ningún portavoz oficial ha explicado como en esa hora eterna solo jóvenes como Ibrahim El Ghoul, de 18 años, Anis Gamaun, de 20, Hassen Said plantaron cara al asesino lanzándole insultos y piedras.