CONFLICTO EN EL ESTE DE EUROPA

Las conversaciones de paz no logran parar la guerra en Ucrania

Personal sanitario traslada en camilla a un soldado ucraniano herido en el exterior del hospital de la ciudad oriental de Artemisvsk, el pasado viernes.

Personal sanitario traslada en camilla a un soldado ucraniano herido en el exterior del hospital de la ciudad oriental de Artemisvsk, el pasado viernes.

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Los combates entre las fuerzas de Kiev y los rebeldes prorrusos se recrudecieron ayer en el este de Ucrania mientras el denominado grupo de Minsk no consiguió en la capital de Bielorrusia restablecer la tregua acordada el pasado septiembre, cuando se firmó un alto el fuego que fue luego violado de forma sistemática y que se rompió definitivamente la semana pasada con el nuevo avance de los rebeldes. En las últimas 24 horas, según fuentes de ambos bandos, los intensos choques con artillería pesada entre el Ejército ucraniano y las milicias prorrusas provocaron otros 40 muertos, entre ellos 15 soldados de Kiev y 25 civiles -12 en Debáltsevo y 13 en Donetsk y Yansinovítaya, según reveló la autoproclamada república popular de Donetsk (RPD)-.

El jefe policial de la región de Donetsk, Viacheslav Abroskin, informó de que 12 civiles murieron en la estratégica ciudad de Debáltsevo, objetivo central de los separatistas. «Los terroristas no han dejado de atacar con artillería los barrios residenciales de la ciudad. Como resultado de esos ataques murieron 12 personas», escribió en Facebook.

El propio ministro de Defensa ucraniano, Stepán Poltorak, reconoció que Debáltsevo estaba «parcialmente controlada» por los separatistas, pero negó que sus tropas (8.000 soldados) estuvieran rodeadas, como sostuvo previamente el líder de la RPD, Alexandr Zajárchenko. La caída de Debáltsevo, un importante nudo ferroviario, en manos de las milicias les permitiría unir fuerzas y conformar una línea de frente continua, con lo que de hecho conseguirían retrotraer la situación a la de mediados del año pasado.

CONDENA

En plena tensión bélica se reanudaron ayer las consultas del grupo de Minsk, integrado por delegados de Ucrania, Rusia y de las autoproclamadas repúblicas de Donetsk Lugansk, con la mediación de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE). «Una vez más, civiles inocentes han sido golpeados por la crisis, y una vez más asistimos a un nuevo baño de sangre», denunció el jefe de la misión de la OSCE en Ucrania, Ertugrul Apakan. Las conversaciones acabaron en fracaso, según certificó el enviado ucraniano, el expresidente Leonid Kuchma.

En relación al grupo de Minsk, el presidente ruso, Vladímir Putin; su homólogo francés, François Hollande, y la cancillera alemana, Angela Merkel, habían expresado sus esperanzas de que concedieran prioridad al alto el fuego. En conversación telefónica, los tres dirigentes manifestaron el deseo de que «las cuestiones del alto el fuego con urgencia y la retirada de armamento pesado ocupen el lugar prioritario en la agenda», informó el Kremlin.

Mientras, un nuevo convoy ruso con más de 1.500 toneladas de ayuda humanitaria llegó ayer a las regiones rebeldes de Donetsk y Lugansk, cuyas infraestructuras han quedado seriamente dañadas. Desde que empezó el conflicto, más de 5.000 personas han muerto y un millón han tenido que abandonar su hogar.