La zancadilla 'tory'

Los laboristas embisten contra Cameron por maniobrar para que los diputados de Escocia no tengan voz en Westminster en temas ingleses

En Downing Street 8 David Cameron.

En Downing Street 8 David Cameron.

BEGOÑA ARCE / LONDRES

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En el congreso anual que los laboristas celebran en Manchester no se habla de otra cosa. El futuro constitucional de Inglaterra es de golpe la madre de todas las batallas políticas. Y los laboristas están furiosos viendo maniobrar al primer ministro David Cameron para excluir a los diputados escoceses de Westminster en las decisiones que afecten exclusivamente a Inglaterra. Las cifras lo dicen todo. Actualmente, los laboristas tienen 41 diputados en la Cámara de los Comunes. Los conservadores tan solo uno. La cuestión que se ha dado en llamar «votos ingleses para leyes inglesas» está al rojo vivo.

«Creo que David Cameron esta tratando de engañar a la gente», declaró ayer el responsable de asuntos de finanzas en la oposición, Ed Balls. «No se puede hacer juegos políticos con nuestra constitución. El peligro es que los conservadores pueden ahora desestabilizar completamente lo justo, transparente y estable de la unión, al tratar de pronto de jugar la carta nacionalista inglesa». Los laboristas también quieren más poderes para Inglaterra, pero consideran que el asunto debe tratarse en profundidad y sin prisas, desligándolo, por completo, del proceso en Escocia.

Líder oportunista

Mientras Balls subía a la tribuna en Manchester, Cameron celebraba un cónclave para evaluar el humor de sus diputados más euroescépticos y díscolos. Una veintena de ellos fueron invitados a la minicumbre privada, celebrada en el ambiente más relajado e informal de la casa de campo de Chequers. Uno de los presentes, el exministro para Gales, John Redwood, quiere para Inglaterra un parlamento propio. Otro de ellos, Bernard Jenkins, pide que el Reino Unido se transforme en sistema federal. De acuerdo con algunas fuentes, Cameron les habría propuesto llevar a cabo una votación sobre las restricciones a los escoceses en Westminster, antes de las elecciones en mayo, lo que dejaría a los laboristas acorralados.

La jugada del primer ministro no contaría con el respaldo de sus compañeros en la coalición gubernamental. El liberaldemócrata Danny Alexander, que es uno de los diputados escoceses en los Comunes, considera improcedente que un partido tome por sí solo decisiones que modifican la constitución. «En caso de profundos cambios constitucionales es preferible tener el consenso de todos los partidos», señaló Alexander.

Cameron hizo el pasado viernes, tras conocerse el resultado del referéndum, un anuncio no previsto en el guión. Coló lo que muchos interpretan como una zancadilla colosal a los laboristas. De golpe pareció condicionar los nuevos poderes a Escocia a un cambio constitucional para Inglaterra. De primer ministro, aliviado por haber salvado la unidad del país, pasó a comportarse como un líder oportunista de los conservadores. «Cualquier primer ministro es un político de un partido. Pero el primer ministro debe ser también un líder nacional», algo en lo que, según señalaba ayer el editorial del diario The Guardian, Cameron ha fallado.