CAMBIOS EN EL REINO UNIDO

El laborismo 'entierra' a Blair y gira a la izquierda con Corbyn

Corbyn en una marcha a favor de los refugiados, este sábado.

Corbyn en una marcha a favor de los refugiados, este sábado.

BEGOÑA ARCE / LONDRES

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«No tiene por qué haber desigualdad, no tiene por qué haber injusticia. La pobreza no es inevitable. Las cosas pueden cambiar y van a cambiar».  Con esas palabras, Jeremy Corbyn concluyó este sábado su primer discurso minutos después de ser elegido en Londres líder del Partido Laborista. Una victoria atronadora, con el 59,5% de sufragios en la primera vuelta y más de un cuarto de millón de votos. Un logro espectacular para alguien por quien las casas de apuestas, al empezar la campaña, consideraban un caso perdido y ofrecían 200 libras por cada libra jugada al  que apostara por él como ganador.

Corbyn, izquierdista radical, antiamericano y partidario de que el Reino Unido abandone la OTAN, dejó muy atrás a sus tres rivales: Ady Burnham, Yvette Cooper y Liz Kendall, miembros todos ellos de la cúpula del partido. En el centro de conferencias Queen Elizabeth II, mientras los simpatizantes del diputado barbudo y canoso gritaban «'Jez we did'» («Jeremy, lo hemos hecho») el trío derrotado aceptó con sonrisa forzada, un resultado impensable hace tres meses. Su primer acto fue presidir una manifestación a favor de los refugiados.

CARAS DE FUNERAL

La cúpula laborista asistió impotente y con cara de funeral a la designación de quien ven más como un enemigo que como un líder con el que trabajar. Poco después de hacerse oficial el nombramiento, comenzó el éxodo con las primeras renuncias de tres miembros del equipo de gobierno en la sombra. Incluso antes del anuncio, ya circulaban rumores de complot para deshacerse de Corbyn antes del próximo verano. Para los pragmáticos de la era Tony Blair, este nombramiento supone volver  al pasado.

El desafío más importante al que se enfrenta ahora el diputado por Islington Norte es mantener al partido unido. Muchos parlamentarios laboristas no están dispuestos a colaborar con el que consideran un insurgente. La votación sobre la intervención militar en Siria, una propuesta que Corbyn rechaza de plano y que el primer ministro, David Cameron, llevará a la Cámara de los Comunes en las próximas semanas, será la primera prueba de fuego. Se verá entonces cuántos laboristas retan su autoridad, votando a favor de la intervención. El partido corre el peligro de una escisión o de desangrarse en continuas luchas internas.

Corbyn deberá presentar en breve la composición de su equipo y eso será una indicación de hasta que punto puede alcanzar cierto consenso y pactar alianzas. Al mismo tiempo debe consolidar el entusiasmo despertado entre las bases, antes de que la euforia de la 'Corbynmania' se esfume. La elección provocó todo tipo de reacciones. Su predecesor Ed Miliband pidió a Corbyn que cuente con «todas las tendencias en el partido». La líder de los nacionalistas escoceses, Nicola Sturgeon, le felicitó y le ofreció trabajar en el combate contra «la austeridad Tory». En nombre del partido conservador, el ministro de Defensa, Michael Fallon, lanzó un mensaje alarmista. «El laborismo es un riesgo serio para la seguridad de nuestra nación, nuestra economía y vuestras familias», dijo.

COMBATE A LA AUSTERIDAD

Corbyn basó su campaña en el combate de la política de austeridad, la lucha contra la pobreza y la defensa de los servicios públicos. Su mensaje, más radical que el de sus rivales, captó la decepción y el desencanto de militantes, que en la actual crisis no se sienten representados por la tibia respuesta del nuevo laborismo a los recortes de Cameron.

Apoyado por los sindicatos, supo aprovechar el cambio en las normas para la elección, que realizó su antecesor, Ed Miliband. Eso ha permitido votar a todo el que pagara tres libras. Más de medio millón de personas lo han hecho y el 85% de los que firmaron como afiliados han votado por Corbyn. El partido ha registrado una entrada masiva de nuevos miembros, muchos de ellos jóvenes, que pertenecen «a una generación muy politizada, que rechaza el modo en que se ha venido haciendo política», según el vencedor.

Corbyn se opuso en la década de los 80 a la modernización del partido con la que Tony Blair y Gordon Brown consiguieron ganar tres elecciones consecutivas. Ahora está dispuesto a enterrar el nuevo laborismo y volver a las esencias de la izquierda tradicional, con la que muy difícilmente podrá llegar al poder. La norma hasta ahora en el sistema bipartidista británico es que nadie gana una elección sin contar con los votos del centro. Con el apoyo sólo de la izquierda, nunca hasta ahora se ha vencido en el Reino Unido en unos comicios. Claro está, que las cosas pueden cambiar. El propio Corbyn con su elección ha desafiado cualquier pronóstico. Pero este sábado quienes brindaron con champán por el nuevo jefe de la oposición eran los conservadores.