FIN DEL MISTERIO EN PIONYANG

Kim Jong-un resucita

El líder norcoreano reaparece en público después de casi seis semanas sin dejarse ver que alentaron todo tipo de especulaciones El dirigente deambuló apoyado en un bastón

ADRIÁN FONCILLAS / PEKÍN

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Fue una visita rutinaria. La figura oronda de Kim Jong-un caminando en el Distrito Residencial para la Ciencia de Wisong, en Pionyang, entre tipos con bata de científico, secretarias que apuntan febrilmente y otros cortesanos habituales. Pero habían pasado casi seis semanas desde que el tercer eslabón de la única dinastía comunista no aparecía en público. Lo ha hecho este martes ayer sonriente, apoyado en un bastón negro y algo más afilado. Unos 10 kilos ha perdido desde sus últimas apariciones, bamboleante por su peso y cojera, según cálculos de expertos.

Las fotografías en portada del diario 'Rodong Sinmun' han sido reproducidas por la televisión nacional, sin ninguna captura de video, lo que impide calibrar la gravedad de su dolencia. Su ausencia había mantenido entretenidos a los servicios de espionaje surcoreano y estadounidense. También al gremio de norcoreólogos, esos expertos que escrutan fotos lejanas de los líderes para saber cómo evolucionan sus enfermedades o los mapas de satélite para intuir los movimientos nucleares en un vano intento de desentrañar los arcanos del país más hermético.

El diario estatal no ha mencionado la enfermedad ni el motivo de su desaparición, más extraña aún en quien ha apuntalado desde su llegada al poder en 2011 un culto a la personalidad con una machacona presencia mediática y un acercamiento a la plebe más típico del político occidental que de la escuela clásica norcoreana. Solo ha habido una referencia oficial a las «incomodidades» de Kim Jong-un. Incluso la información más banal sobre los líderes es un secreto de Estado cuya revelación conduce al gulag o al paredón.

Los rumores iban desde un golpe de Estado a la defunción pasando por todo tipo de enfermedades: gota, diabetes o estrés. También una operación quirúrgica en ambos tobillos. Su perfil facilita las especulaciones médicas. El treintañero líder fuma como un cosaco, padece un sobrepeso alarmante y aseguran los expertos que ha heredado la diabetes o los problemas cardíacos de su padre, Kim Jong-il. Algunos sugieren que el rostro aglobado de Kim Jong-un se debería al abundante uso de calmantes.

Las especulaciones no son nuevas en el reino eremita. Antes de que su padre muriera en diciembre del 2011, la prensa occidental lo había matado una veintena de veces por fallos vasculares o cerebrales, atentados o accidentes de coches. La rumorología se disparó tras el derrame cerebral sufrido en el 2008 y cualquiera de sus apariciones públicas posteriores sugería una necrológica inminente. También los paréntesis mediáticos de la esposa del actual líder han provocado rumores sobre su muerte. Los miembros del palacio norcoreano necesitan poco para ser enterrados por Occidente.

El concierto

A Kim Jong-un no se le veía desde que presenció con su esposa un concierto el 3 de septiembre. Las especulaciones por su pertinaz desaparición tocaron cumbre cuando tampoco acudió esta semana a la celebración del aniversario del Partido de los Trabajadores, día señalado en el calendario norcoreano, que también sirve para honrar la memoria de su padre y abuelo. Unas flores depositadas en su nombre certificaron su ausencia.

Los expertos discuten hoy si Pionyang buscaba con el regreso de Kim Jong-il al habitual circuito de inauguraciones acabar con los rumores más dramáticos o mostrar a un líder dedicado al pueblo incluso en la enfermedad. Queda margen aún para elucubrar sobre qué le empuja a llevar bastón, pero ha quedado claro que está vivo, sigue al mando y su enfermedad, sea la que sea, no es grave.

Kim Jong-un quedará ya para la historia como el primer líder norcoreano visto con un bastón. Ni su abuelo ya anciano, ni su padre en sus días más crudos se atrevieron a dar esa imagen de debilidad.