Nuevas turbulencias en el país del Nilo
«Juegan a crear el caos»
Las acusaciones contra la Junta Militar gobernante se multiplican tras las 74 muertes en el campo
Desde primera hora de la mañana los seguidores del popular equipo Al-Ahli se concentraron en varios puntos de la ciudad agitando las enseñas rojas y blancas del conjunto cairota. Uno de sus aficionados, Rami Abdir, aseguró sentir«frustración»por lo ocurrido y apuntó que«la violencia que ha habido en los últimos meses en Egipto no es normal, la Junta Militar está jugando a crear el caos».
Los gritos de los manifestantes pidiendo explicaciones a las autoridades se mezclaban con las consignas en contra del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, que gobierna el país tras la caída de Hosni Mubarak. De hecho, los ultras del Al-Ahli han sido siempre conocidos opositores al régimen.
Ahmed Samir fue uno de los cientos de jóvenes que experimentaron en su propia carne los efectos de la falta de seguridad en el campo. Sentado en la cama bajo la atenta vigilancia de su madre, que le impide ahora salir a la calle, y con el brazo en cabestrillo, este adolescente de 15 años rememoraba ayer el caos en Port Said. «Cuando acabó el partido, la policía cerró las puertas de acceso al estadio y abrieron las del campo»,explicó.
Samir narró cómo«gente de Port Said» invadió el terreno de juego y saltó a las gradas, atacando a los seguidores del Al-Ahli.«Intentamos reunir los cadáveres de los nuestros en un rincón, pero ellos no paraban de tirar los cuerpos desde las gradas de arriba»,explicó el joven.
Samir logró salir del recinto gracias a la ayuda del entrenador del equipo local, el Al-Masri:«Él nos sacó de allí en el autocar del club, nos llevó al hotel y nos pagó un autobús privado para que regresáramos a casa».Bajo la mirada amenazante de su madre, Samir afirmó que su deseo era ayer unirse a los centenares de manifestantes que a esas horas tomaban el centro de El Cairo.
Sin cacheos
En los alrededores del Ministerio del Interior, las fuerzas de seguridad utilizaron gases lacrimógenos para dispersar a los activistas y a los ultras del Al-Ahli y el Zamalek, el otro gran equipo cairota, que pedían la caída de la Junta Militar y, sobre todo, explicaciones de por qué ni la Policía ni el Ejército intervinieron el miércoles.«La policía sabía lo que iba a pasar. Entré en el estadio sin que me cachearan»,denunció otro joven
Los camareros de los cafés populares del centro de El Cairo observaban ayer resignados como crecía la tensión y como retornaban a las calles escenas a las que ya están demasiado acostumbrados: el olor de los gases lacrimógenos, las hogueras, los gritos y el ruido machacón de las sirenas.
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