RELEVO EN MONTEVÍDEO

Un traspaso entre amigos

José Mujica cede la presidencia uruguaya a Tabaré Vázquez, que promete seguir su obra

Tabaré Vázquez, ya con la banda presidencial, aplaude a José Mujica.

Tabaré Vázquez, ya con la banda presidencial, aplaude a José Mujica. / REUTERS / ANDRES STAPFF

ABEL GILBERT / BUENOS AIRES

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José Mujica Tabaré Vázquez se encontraron bajo las palmeras de la Plaza Independencia de Montevideo para completar el traspaso de mando. Un episodio formal para dar continuidad en la presidencia uruguaya a la coalición de izquierdas Frente Amplio (FA). Tabaré, que en el 2005 había inaugurado la era del FA, y que ha vuelto al Gobierno con un histórico triunfo electoral y una mayoría parlamentaria, se comprometió a profundizar el camino ya recorrido. Prometió «políticas públicas y sociales» que se vinculan a la vivienda y la infraestructura y, a la vez, mejoras educativas. El flamante mandatario, con su acostumbrada sobriedad, llamó a un mayor «diálogo social» y a avanzar en «el tema de los derechos humanos». Vázquez glosó a Gervasio Artigas, el padre de la patria, para definir su horizonte de Gobierno: «Que los más infelices sean los más privilegiados».

Antes de la ceremonia, al salir de su casa, la prensa lo abordó para preguntarle cómo sería la relación con el hombre que iba a recibirlo en la Plaza Independencia. «Con Mujica nos conocemos hace muchos años, tenemos un trato fraterno y cercano y va a seguir así. Por su puesto que no es un simple ciudadano», dijo. Desde otra zona de la ciudad, 'el Pepe' devolvió atenciones: «El pueblo uruguayo tiene que hacer todo lo posible para apoyar al Gobierno que arranca».

Cuando terminó el traspaso de mando, Mujica tomó de la mano a su esposa, la senadora Lucía Topolansky, y caminó hasta su Volkswagen Fusca, color celeste. La pareja abandonó el centro de la escena bajo el ojo atento del director de cine Emir Kusturica y su equipo de filmación. El auto, casi una carcasa, símbolo de una austeridad franciscana del exguerrillero que hizo de su Gobierno una bandera de la moderación, se perdió lentamente en medio de aplausos.

SOCIEDAD ENVEJECIDA

El que llegó al Gobierno tiene 75 años y terminará su gestión a los 80. Aquel que se fue, 79. Tabaré y Pepe son los rostros emblemáticos de una experiencia política exitosa pero, también, de un problema que Mujica considera de los más graves de ese país: una sociedad es considerada envejecida cuando un 7% tiene 60 años o más. En Uruguay, es del 18,7%.

La población joven uruguaya será en el 2025 del 22,2% del total. El número de nacimientos también ha descendido. El vicepresidente de Vázquez, Raúl Sendic, tiene 51 años y es considerado parte de la «nueva generación» que llega a la política. En la apacible Uruguay se esconde una bomba de tiempo, y todos lo saben.