A BORDO DEL 'GOLFO AZZURRO'

Cuatro rescates y 466 vidas salvadas; así han sido 24 horas frenéticas en el 'Golfo Azzurro'

La embarcación de Open Arms, en que está embarcada una reportera de EL PERIÓDICO, sigue con su misión humanitaria ante las costas de Libia

MONTSE MARTÍNEZ / A BORDO DEL 'GOLFO AZZURRO' (FRENTE A LA COSTA LIBIA)

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Es arriesgado tratar de explicar cómo te mira una persona a la que acaban de sacar de la negra mar. La posibilidad de no abarcar la dimensión de todos los mensajes, por abrumadores, es alta. Porque solo con décimas de segundo de diferencia, esa mirada te dice que está contenta de verte pero que no se acaba de fiar del todo de tus intenciones, que ha sufrido, que tiene frío, que está mojada y, sobre todo, que pocas veces en su vida ha pasado tanto miedo. Pero casi de forma inmediata, ante una mano tendida y una sonrisa de bienvenida, la mirada se relaja y también sonríe.

Así mira Mohamed, un joven libio rescatado frente a las costas de su país tras abandonarlo en una lancha neumática ocupada por otras 107 personas. “¿Dónde vamos?”, pregunta nada más poner el pie en la barca de rescate. Al escuchar Italia como respuesta, una mueca de satisfacción se extiende por su rostro. Es la muestra más fehaciente de que el pacto entre Libia y la Unión Europea para cerrar la ruta del Mediterráneo central nace muerto. No se ha acabado de firmar y ya está totalmente resquebrajado.

El viernes por la tarde, la mar está tan en calma frente a la costa Libia que los delfines acompañan al <strong>‘Golfo Azzurro’</strong>, el <strong>barco </strong>de <strong>rescate</strong> de la <strong>oenegé Proactiva Open Arms</strong>, en su patrulla. Una llamada de ‘Datillo’, el barco de la marina italiana en la zona, rompe la tranquilidad. Se requiere a Open Arms, la única oenegé en la zona ahora, apoyo para llevar a Italia a más de un centenar de inmigrantes recién interceptados. Es solo el principio. A la tripulación de la 11ª misión de rescate de Open Arms le espera un final de expedición de máxima actividad.

Empiezan así <strong>24 horas sin tregua</strong>. A medida que amanece, las llamadas desde el control de Roma con posibles embarcaciones de inmigrantes frente a la costa libia se concatenan y las lanchas neumáticas de rescate, ‘Xavi’ y ‘Clara’, no darán abasto en toda la mañana del sábado.

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GUARDIA COSTERA LIBIA ARMADA

Uno de los primeros objetivos localizados son dos embarcaciones de madera a más de 10 millas náuticas -unos 20 kilómetros del Golfo Azzurro-. y a casi 60 kilometros de la costa. Se adelantan las RHIPS de rescate y, al llegar, encuentran, efectivamente, dos barcas llenas, en su mayoría, de mujeres niños. Una embarcación lleva el logo de la guardia costera libia y, a bordo, se encuentran dos hombres vestidos de miliares. Una metralleta descansa sobre un reposadero de la barca. Solo hablan árabe y su actitud no es, para nada, hostil.

Sin embargo, desde el ‘Golfo Azzurro’, sí transmiten unas mínimas directrices de precaución. “Si os dicen algo, explicadles que estáis en aguas internacionales, fuera de su jurisdicción”. No hace falta. Su actitud es afable y permiten el transfer de las personas que transportan; una mujer acompañada de cinco hijos suyos y otros dos también de la familia.

VÓMITOS Y LÁGRIMAS

Tienen las facciones rígidas, especialmente un niño sirio de alrededor de siete años. En cuanto sube a la barca de rescate empieza a vomitar. Su madre, con un bebé en brazos, le extiende un pañuelo de papel ante la atenta mirada de sus hermanas. Acaba el niño y empieza el vómito de la madre, que se aboca hacia el agua después de entregar al bebé. Kevin, el patrón, lo sostiene al tiempo que asegura que siente la vida. Los dos socorristas, Pol y Maximiliano, hacen lo mismo con el resto de menores.

Entonces aparece el ‘Golfo Azzurro’ y los niños, por fin, esbozan una sonrisa. Ayuda ver el pesquero y también el trocito de chocolate y el traguito de agua que el más pequeño agradece. Ya está más tranquilo. A la espera de hacer el transfer al ‘Golfo Azzurro’, la madre de las criaturas, que se sabe ya sana y salva, se desmorona e intenta, avergonzada, secarse las lágrimas con el pañuelo que le cubre la cabeza. Sus hijos la miran fijamente. Socorristas y patrón tratan de calmarla diciéndole que ella y sus hijos están a salvo. Toda la barca llora con ella. Poco después suben a cubierta. 

RUMBO A SICILIA

Así ha sido el primer rescate. Pero le han sucedido tres más. Y cuando el ‘Golfo’ ya se orientaba hacia el puerto siciliano de Potzzalo, del que le separan 24 horas, aún ha recogido a 211 personas más en el barco de la marina italiana.

Bangladesh, Burkina Faso, Camerún, Egipto, Eritrea, Gambia, Ghana, Guinea Conakry, Libia, Marruecos, Senegal, Siria…Un total de 466 personas de las más diversas procedencias viajan en el ‘Golfo’ hacia el dorado europeo.