DESAFÍO POLÍTICO EN TOKIO

Japón irá a las urnas de forma anticipada en medio de la recesión

Una pareja mira en la televisión una rueda de prensa del primer ministro, Shinzo Abe, ayer, en Osaka.

Una pareja mira en la televisión una rueda de prensa del primer ministro, Shinzo Abe, ayer, en Osaka.

ADRIÁN FONCILLAS
PEKÍN

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El primer ministro japonés, Shinzo Abe, había alcanzado el poder anunciando que Japón estaba de vuelta tras décadas con la economía gripada y acomplejada por el auge chino. Este martes, menos de dos años después, ha convocado elecciones anticipadas. Lo ha hecho contra los manuales de supervivencia política: con la economía hundida, su Gobierno golpeado por escándalos de corrupción y su popularidad en mínimos. Y volverá a ganar las elecciones por la falta de alternativa política; solo se duda del margen.

Era una decisión esperada desde que Japón desayunó el lunes con el regreso de la recesión tras encadenar dos trimestres con contracciones. Supuso un revés para Abe, quien había accedido al cargo en diciembre de 2012 con la economía subrayada en su programa.

El primer ministro pretende con estas elecciones averiguar si el pueblo confía aún en su audaz fórmula de las 'abenomics' y consolidar el poder necesario para acometer las reformas pendientes y en muchos casos impopulares. La prensa nipona asegura que se celebrarán a mediados de diciembre.

El plan

«Necesito escuchar la voz de la gente», dijo ayer Abe en rueda de prensa. También desveló que se marcharía si perdía la mayoría absoluta que disfruta su Partido Liberal Democrático (PLD). El dirigente aprovechó para defender la vigencia de su plan. «Algunos dicen que las 'abenomics' han fallado o no están funcionando bien. Pero qué más podemos hacer. Aún no he escuchado una mejor idea», aseguró.

La teoría económica de Abe descansa en tres patas: una política fiscal expansiva, la relajación de la política monetaria las reformas estructurales de un patrón productivo caduco. El experimento funcionó durante los primeros meses ayudado por la depreciación del yen, que disparó las exportaciones de sus grandes compañías. La idea era que subieran los precios y los beneficios empresariales para que finalmente las empresas contrataran a más gente para cumplir con la demanda creciente. Una fórmula revolucionaria que ha sido escrutada por Europa por si encerraba el santo grial.

Pero contra cualquier estrategia económica en Japón juega la enorme deuda pública del 250% de su PIB, sin precedentes en el mundo desarrollado. Se ventila la supervivencia del sistema de pensiones, un coste crecientemente inasumible por el envejecimiento de su población. El 20% de los japoneses es mayor de 65 años y el porcentaje se doblará en el 2060 si sigue la tendencia. Y ahí apareció el debate: subir los impuestos al consumo para enjuagarla o esperar a que la economía se robusteciera. En otras palabras: lo urgente o lo importante. Abe heredó del Ejecutivo anterior el plan de subir el IVA en abril del 5% al 8% que, según los expertos, está detrás del derrumbe del consumo y de la recesión.

No extraña que ayer descartase la segunda subida hasta el 10% prevista para el año que viene. Para los japoneses, con los sueldos congelados y crecientes precios de la energía, hubiera supuesto una tortura. Los beneficios de las grandes corporaciones se han notado muy poco en la población.

Abe espera que el electorado ignore el panorama macroeconómico y valore la cancelación de la subida de la tasa y el paquete de entre 26.000 y 25.000 millones de dólares de ayudas para familias de rentas bajas y pequeñas y medianas empresas, desdeñado como populista por la oposición.

Abe ya había ocupado la presidencia del Gobierno en un tormentoso periodo entre el 2006 y el 2007 que finalizó por la retahíla de escándalos de corrupción. Su regreso dio a Japón al fin un hombre con ideas claras de cómo reflotar la economía y arrestos para sacarlas adelante.

Pero de seguir el desgaste durante un año más es muy probable que su reelección hubiera sido imposible. Sus índices de popularidad han bajado hasta el 50% y caerán más porque detrás de la esquina espera la reapertura de las centrales nucleares. El primer ministro ha repetido que la recuperación económica es utópica sin ellas y ha finiquitado el apagón nuclear a pesar de la opinión mayoritaria en contra y de las promesas del anterior Ejecutivo de un horizonte sin reactores.

La dimisión de las ministras de Industria y Justicia en octubre en un lapso de horas por uso indebido de caudales públicos arruinó una doble intención: la de mantener el Gobierno limpio de escándalos y la de presentar a la mujer como apta para los altos cargos en una sociedad aún machista. El sustituto en la cartera de Industria hubo de reconocer una semana después que sus subordinados habían pagado con fondos oficiales la factura de un bar sadomasoquista de Hiroshima.