CRISIS DE REHENES EN TOKIO

Japón contiene la respiración

Acaba el plazo de 72 horas dado por el Estado Islámico para matar a dos japoneses secuestrados

Ultimátum 8Una japonesa contempla a los dos rehenes, ayer.

Ultimátum 8Una japonesa contempla a los dos rehenes, ayer.

EL PERIÓDICO
TOKIO

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

«Mi hijo Kenji no es un enemigo de la gente de la fe islámica; solo puedo rezar, como su madre, para lograr su liberación; si pudiera ofrecer mi vida, yo imploraría que mi hijo fuera liberado, sería un pequeño sacrificio de mi parte». En una abarrotada conferencia de prensa, Junko Ishido, madre de uno de los dos rehenes japoneses amenazados en Siria, salió a la palestra para defender a su hijo y salvarle de la decapitación, una suerte que corrieron con anterioridad tres rehenes norteamericanos y dos británicos en manos del Estado Islámico (EI) en Siria.  Ayer se cumplió el plazo de 72 horas dado por los secuestradores, sin que hubiera noticias de la suerte que habían corrido los dos cautivos.

Las autoridades japonesas intentaban conseguir  la liberación de los rehenes, Kenji Goto, de 47 años, corresponsal de guerra con una amplia experiencia en Oriente Próximo, quien había viajado a Siria para ayudar a su amigo Haruna Yukawa, de 42 años, contratista militar.

El primer ministro japonés, Shinzo Abe -quien prometió, durante una gira por Oriente Próximo, a los países que se enfrentan al Estado Islámico, una ayuda de 200 millones de dólares (173 millones de euros), y ello que originó la demanda de 200 millones de dólares como rescate para ambos cautivos - dijo ayer, en tono conciliador, que el Gobierno había concluido que la legislación japonesa no permitía que aviones de su país bombardearan a posiciones del autoproclamado califato en Siria. La Constitución japonesa pone amplios límites a la presencia de fuerzas militares de su país en el exterior.

Polémica servida

La polémica en Tokio está servida. Funcionarios japoneses no han querido aclarar si el país pagaría algún rescate, un gesto que irritaría seguramente a su aliado, Estados Unidos. Además, la oposición recrimina a Abe la oportunidad de realizar el anuncio de ayuda financiera a sabiendas de que había dos ciudadanos de su país cautivos del Estado Islámico.