Japón agrava por sorpresa el enredo norcoreano

Detalle del monumento del Partido de los Trabajadores de Corea del Norte en Piongyang

Detalle del monumento del Partido de los Trabajadores de Corea del Norte en Piongyang / periodico

ADRIÁN FONCILLAS / PYONGYANG

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Un puñado de trabajadores barrían anoche la Plaza de Kim Il Sung que este sábado albergará el enésimo desfile militar norcoreano mientras buques de guerra japoneses esperaban el paso de la flota estadounidense para acompañarla hacia la península. No pasa un día sin que se añada un nuevo factor inquietante al conflicto ante la impotencia china ante tanta testosterona desbordada. Ha habido cimas de tensión antes en la zona pero siempre se esperaba algo de sensatez en la Casa Blanca, esforzada ahora en dispararla ya sea con buques de guerra o con tuits.

Al baile se ha sumado por sorpresa Japón, epítome de que cualquier situación puede empeorar. La segunda flota más importante de Asia se sumará a su paso por sus aguas nacionales al grupo de ataque liderado por el portaviones USS Carl Vinson, dotado de dos reactores nucleares y con capacidad para un centenar de cazas. No sólo agudizará la paranoia norcoreana sino la suspicacia de Pekín, enfrentada a Tokyo en esas aguas del Mar Oriental por la propiedad de las islas Senkaku/Diaoyu. Donald Trump busca estos días escenificar sus vínculos militares con Japón y Corea del Sur, sus tradicionales aliados, después de haberlos relativizado durante las elecciones . El destacamento habrá llegado a la península cuando Pyongyang celebre los fastos por el 105 aniversario de kim Il-sung, abuelo del actual dictador y fundador del país. Sería raro que no lo aprovechara para lanzar un misil o realizar su tercer ensayo nuclear del año.

"BUSCANDO PROBLEMAS"

El twitter del presidente estadounidense había tronado durante la mañana. Aclaró que Corea del Norte estaba buscando problemas, avanzó que resolvería por sí solo el problema y vinculó los acuerdos comerciales con Pekín a su actitud en el asunto. El contexto demandaba una urgente llamada de Xi Jinping a su homólogo para embridar su inclinación tuitera pocos días después de su cumbre en Florida.

Xi le recordó su compromiso a la desnuclearización de la península y a la resolución amistosa de los conflictos, según la televisión pública china. Ambos presidentes ya habían hablado meses atrás cuando Trump puso en duda el sacrosanto principio de una sola China, un asunto potencialmente tan devastador como el actual.

CONFLICTO INMINENTE

El contexto no ha acelerado los biorritmos de una ciudad instalada durante décadas en el alambre del conflicto inminente. Por las solemnes avenidas de aroma soviético e iluminación precaria de Pyongyang regresaban hoy los trabajadores a casa tras su jornada, muchos andando y otros en bici. Faltan muchos años para que Pyongyang consiga un parque automovilístico a la altura de su callejero. La ciudad se transforma sin freno, recordando a las urbes chinas de provincias que juntan epatantes rascacielos de diseño con impersonales bloques de cemento.

“Estados Unidos es muy malo, es el demonio. Ocupó Corea del Sur para separar nuestra nación y ahora pretende declararnos la guerra nuclear e invadirnos”, señala Kim Yong-sil, camarera cuarentona de un hotel de esforzado lujo mientras sirve cervezas a clientela extranjera. “No sé si habrá guerra, pero si la hay, sabremos defendernos y ganarla”, aventura antes de despedir al periodista para proseguir con su servicio. También en Pyongyang manda lo prosaico.