La otra ofensiva israelí

El Gobierno de Israel decreta la mayor expropiación de territorio cisjordano en 30 años y anuncia ampliaciones de colonias justo tras la guerra en Gaza

Destrozos 8 Unos palestinos, frente a su casa destruida en Gaza.

Destrozos 8 Unos palestinos, frente a su casa destruida en Gaza.

ANA ALBA / WADI FUKIN

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Jamila Munaserah era una niña en 1948, cuando las fuerzas israelís la expulsaron junto con su familia de la localidad de Wadi Fukin, un valle agrícola situado a 8 kilómetros de la ciudad palestina de Belén, en Cisjordania. Los israelís destruyeron las casas y los habitantes de Wadi Fukin tuvieron que cobijarse en otras aldeas. «Durante el día, cuando podíamos, volvíamos a ver nuestras tierras y a veces dormíamos bajo los olivos», recuerda Jamila, que vive en una pequeña barraca. Su rostro está ahora surcado por el tiempo. Hace 50 años que volvió al pueblo en el que nació, se casó y tuvo a sus hijos. Sus padres ya vivían allí durante el Imperio otomano, antes de que Palestina pasara a manos británicas, de facto en 1917 y oficialmente en 1922.

La tierra es para Jamila su vida, pero corre el riesgo de que se la roben de nuevo y la vuelvan a expulsar, y eso la aterra. Israel anunció a finales de agosto la expropiación de casi 400 hectáreas de territorio palestino en Cisjordania que incluyen los terrenos de Jamila y su esposo. Esta es la mayor confiscación de tierras que los israelís han decretado en Cisjordania -ocupada desde 1967- en los últimos 30 años y se produjo tan solo cuatro días después de que se acabara la guerra en Gaza.

Poco antes, el Ejército israelí había confiscado otras tierras en el pueblo de Ein Yabrud. Y después del anuncio de la expropiación de 400 hectáreas, Israel sacó a concurso la construcción de 283 nuevas viviendas en el asentamiento de Elkana, en Cisjordania. A estas medidas le siguió el nuevo impulso al viejo plan israelí que pretende expulsar a casi 13.000 beduinos de sus tierras cisjordanas cercanas a Jerusalén.

Las parcelas de Jamila y los 1.300 vecinos de Wadi Fukin servirán probablemente para expandir la colonia judía de Betar Illit, de 42.400 habitantes. Además de Wadi Fukin, la expropiación se comerá terrenos de Surif, Jaba, Husan Nahalin, situados en la misma zona, conocida como «el granero de Belén» por su importancia agrícola. Israel dijo abiertamente que estas tierras se destinarán a ampliar el asentamiento de Gvaot, que forma parte de la red de colonias judías de Gush Etzion, unidas entre sí por carreteras exclusivas para colonos. También indicó que la confiscación era «un castigo» por el secuestro y asesinato de tres adolescentes israelís en Cisjordania el pasado junio.

Wadi Fukin es el pueblo que va a perder más terrenos de los cinco afectados por la expropiación. Una cuarta parte de sus tierras están en manos de Israel y ya es un minúsculo enclave rodeado de asentamientos. Los palestinos afectados están recopilando documentación para apelar contra la decisión del Gobierno israelí ante el Tribunal Supremo de Israel, pero no confían en recuperar sus tierras.