EL INESPERADO PERFIL DE LOS JÓVENES CAPTADOS EN FRANCIA

La metamorfosis

El islam radical golpea en familias francesas arraigadas, ateas y de clase media

EVA CANTÓN / PARÍS

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La yihad no solo cambia de rostro sino que se nutre en nuevos caladeros. En el 2012, el joven Mohamed Merah se llevó por delante siete vidas en Toulouse en nombre de la guerra santa, dejando en la sociedad francesa la certeza de que la inmigración, el suburbio y la falta de perspectivas eran terreno abonado para el auge del radicalismo. Ahora esa certeza se tambalea ante el perfil de los franceses que desfilan por los vídeos propagandísticos del Estado Islámico (EI).

Maxime Hauchard, 22 años, «un chico bueno y tranquilo», de una familia normal de un pueblo normando; Michael dos Santos, 22 años, un chaval sin problemas criado en Champigny, apacible localidad próxima a París, e hijo de una familia «equilibrada, amable y servicial»; Quentin Le Brun, 26 años, ojos azules, a quien sus vecinos de Labastide, cerca de Toulouse, han reconocido como uno de los tres que queman su pasaporte francés. «No era un delincuente», dice un lugareño al diario local La Dépêche. 

Según el informe La metamorfosisjóvenes, elaborado por Dounia Bouzar, Christophe Caupenne Sulayman Valsan en colaboración con el Centro de Prevención contra las Derivas Sectarias vinculadas al Islam (CPDSI), el proceso de adoctrinamiento del islam radical ha mutado: «Hasta ahora tenía éxito en jóvenes procedentes de medios sociales con un perfil similar: segunda generación de inmigrantes desarraigados, clases populares, familias desestructuradas, minorías, jóvenes marginales en busca de una causa que defender. Ahora afecta a todas las clases sociales y puede provocar la caída de un buen estudiante».

Basándose en la vivencia de las 160 familias que han acudido al centro en busca de ayuda y en los perfiles de Facebook de los jóvenes que se han embarcado en la yihad desde mayo del 2014, los investigadores concluyen que el 80% de las familias se declaran ateas, el 67% son de clase media y solo el 10% tiene abuelos inmigrantes. La franja de edad más afectada es la de 15 a 21 años (63%). A partir de los 30, los casos son rarísimos.

La implantación en zonas petrolíferas de Siria e Irak permite ahora al EI ofrecer a los jóvenes no solo una comunidad virtual en internet sino un territorio real. Animándoles a viajar allí, les coloca en un contexto trasnacional y de ruptura con su vida anterior, que suele escenificarse con la quema de pasaportes. «Cuando un discurso religioso conduce a la ruptura social y familiar, llegando incluso a privar de los derechos más fundamentales, se puede hablar de efecto sectario», destaca el informe.