EL SISTEMA

Irracionalidad y ruptura de consensos

JOAN CAÑETE BAYLE

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El articulista de The Washington Post Dylan Matthews ha escrito que el culpable del bloqueo de Washington es el sistema presidencialista diseñado por la Constitución hace más de dos siglos, que establece tres poderes que se compensan entre sí sin que ninguno sea jerárquicamente superior al otro. El Congreso (Senado y Cámara de Representantes) redacta las leyes; el presidente las firma y los tribunales pueden derrocarlas. ¿Y si no se ponen de acuerdo? Bueno, tienen que ponerse de acuerdo.

El sistema, como explicó el historiador Howard Zinn, es conservador, ya que cada paso adelante requiere cierto consenso para que un poder no acabe con lo que otro ha aprobado. Durante décadas funcionó, más o menos, porque los dos partidos acogían a diferentes corrientes ideológicas (lo que impedía la disciplina de voto) y por las reglas de Washington: los lobis y la financiación electoral forzaban al establishment, republicano y demócrata, a construir un espacio común dentro del cual batallar sin romper nunca la baraja.

El Tea Party -como último estadio de un problema que parte, al menos, de los 80- ha desgarrado por la derecha lo que no pudo romper la izquierda. Ha roto el eje político, ha polarizado el país, ha hallado su propia fuente de dinero y ha creado, dentro de los republicanos, un partido sin fisuras alejado de su tradición y que actúa en bloque. También ha introducido la irracionalidad en el sistema. Y no hay ningún sistema que sobreviva a la irracionalidad, al sectarismo y a la ruptura de los consensos. Algo que no se da solo en EEUU.