EL MISTERIO DEL VUELO MH370

Ira contra Malasia

El dolor 8 Una familiar de una víctima llora en Pekín antes de una reunión con funcionarios malasios, ayer.

El dolor 8 Una familiar de una víctima llora en Pekín antes de una reunión con funcionarios malasios, ayer.

ADRIÁN FONCILLAS
PEKÍN

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Boicots turísticos, artistas denigrados y la diaria voluntad de arrodillar a un Gobierno esforzado. El paso de los días sin noticias del avión desaparecido alimenta en China una dinámica hostil hacia Malasia. Los familiares son los más disculpables.

Varias docenas de ellos llegaron a Kuala Lumpur el domingo para protestar con pancartas que pedían: «Dadnos a los asesinos, decidnos la verdad, devolvednos a nuestros familiares». Desde el principio denuncian que Malasia oculta datos y días atrás exigieron una disculpa formal por los errores de la gestión de la crisis, que los hubo y muchos. Los familiares criticaron al Gobierno malasio por la falta de información sobre la suerte del avión durante los primeros 17 días y lo criticaron de nuevo cuando les dijo que se había hundido en el océano Índico tras examinar los últimos datos de satélites. Ahora exigen que retire esa declaración mientras no aparezcan los restos.

La incertidumbre durante tres semanas sobre el destino de los familiares justifica cualquier comportamiento ilógico. «Los errores cometidos por el Gobierno malasio no explican toda la reacción. Cuando acumulas tanta tensión y alguien te roza, tienes la excusa para liberar toda tu ira. Es como un globo lleno de aire que explota», señala Paul Yin, psicólogo que trata junto con otros tres colegas a un grupo creciente de familiares. Sostiene que los que aceptan la terapia ya han emprendido el camino hacia la curación, procesan la ira y la canalizan de forma más constructiva. «Pero los que aún la rehusan carecen del apoyo necesario y acaban encerrándose entre ellos como un grupo de ayuda. Ahí se impone el que tiene las emociones más fuertes y el resto es arrastrado aunque sea mayoría».

La esperanza de algunos familiares se alimenta con la teoría del secuestro que permitiría a los suyos seguir con vida en algún lugar remoto. Las teorías improbables recorren la red china: Malasia abatió el avión porque pretendía atentar contra sus Torres Petronas o EEUU lo desvió para impedir que información sensible llegara a China. En internet se juntan más que nunca hipernacionalistas y trogloditas, pero juzgar a la sociedad china por esa minoría sería tan injusto como hacerlo con la de cualquier otro país.

Al ruido, sin embargo, se han sumado algunas celebridades chinas. Zhang Ziyi, probablemente la actriz más internacional, ha acusado a Malasia de «herir al mundo entero» y minusvalorar la voluntad  de la gente en buscar la verdad, mientras el actor y cantante Chen Kun anunciaba su boicot a los productos malasios. El presentador televisivo Meng Fei y la actriz hongkonesa Ada Choi también han criticado al país vecino.

El turismo se resiente. La conocida web de vuelos Elong ha suspendido la venta de billetes de Malaysia Airlines hasta que los familiares reciban una respuesta fiable, el portal Ctrip reveló una caída de demanda a Malasia del 50% y la agencia CYTS anuló los viajes por falta de seguridad. La tercera parte del turismo malasio llega de China.

La indignación popular ha alcanzado a cantantes muy conocidos en China como Fish Leong, Victor Wong o Shila Amzah por ser malasios. «Dad un respiro a las celebridades malasias», escribió el respetable columnista Pan Caifu, quien recordaba que boicotear hoy los productos malasios o ayer los japoneses no es «gentil ni racional».

También en el bando ecuánime, el diario oficial China Daily, desaforadamente patriótico otras veces, pedía mesura. «No dejemos que la ira se imponga a los hechos y la razón», decía el lunes. Disculpaba los errores de Malasia por haberse enfrentado «al más extraño incidente de la historia de la aviación» e incluso comprendía que no suministrara toda la información disponible para preservar sus secretos militares, en la línea contraria a los familiares chinos.