Los explosivos del atentado de Boston estaban "diseñados para mutilar"

IDOYA NOAIN / Boston (enviada especial)

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El consulado de China confirmó a última hora del miércoles que una ciudadana de ese país, cuya familia ha pedido que no se revele su identidad, es la tercera víctima mortal delatentado del lunes en el maratón de Boston, un ataque del que se empiezan a conocer más detalles y por el que anoche se vivieron las primeras vigilias en la ciudad, en cuya catedral se celebrará el jueves un servicio religioso interconfesional al que asistirá el presidente,Barack Obama.

Aunque persisten los interrogantes sobre la autoría del atentado,las autoridades y el FBI han recabado material que permite entender mejor cómo se perpetró el ataque. Se usaron como contenedores dosollas a presión, con seis litros de capacidad cada una, armados con untemporizadortan rudimentario como para ser comparable a un cronómetro de cocina. Las ollas estaban rellenas de balines, perdigones y clavos, un contenido explosivo"diseñado para mutilar"y que triunfó en ese objetivo: al menos 14 de los cerca de 180 heridos tratados en hospitales sufrieronamputacionesde miembros.

Los investigadores tienen también en su poder un panel de circuitos que se cree que se usó como detonador y están convencidos de que las bombas, que se colocaron en la calle en dos zonas cercanas a la línea de meta del maratón, fueron trasladadas en grandes bolsas deportivas o petates negros de nylon.

Teorías opuestas

Las bombas estaban realizadas con materiales tan corrientes y fáciles de adquirir que se hace difícil trazar su origen. Ese hecho hace que los expertos barajen dos teorías opuestas: que el atentado fuera obra deun principiante que se hizo con los accesibles materiales o que sea el trabajo deun experto que conscientemente intentó no dejar huella.

Con "el abanico de sospechosos y motivos aún muy amplio", como dijo ayer el jefe del FBI en Boston, Richard DesLauriers, la ciudad se entregó anoche a las primeras vigilias y actos de homenaje. El más multitudinario tuvo lugar en Garvey Park, en Dorchester, el suburbio donde vive la familia deRichard Martin, el niño de 8 años que murió en el ataque. Hubo también una vigilia organizada por amigos deKrystle Campbell, la mujer de 29 años también fallecida en el atentado. Y Boston Common, el céntrico parque de la ciudad, albergó otra más y fue donde acabaron también rodeando el lago los asistentes a una en la vecina iglesia de Arlington Street.

"No venimos por motivos espirituales, pero creemos que es importante tomarse tiempo para marcar cosas como esta en vez de seguir con la vida normal como si no hubieran pasado", decían con velas en las manos Sarah Blodgett y Shawn Sears, un joven matrimonio. "Esta es nuestra ciudad y nos parecía importante mostrar unidad. Cosas como esta unen a la gente".