Ambiciosa infraestructura a orillas del Bósforo
Turquía inaugura un metro bajo el mar que conecta Asia y Europa
En 1860, el sultán otomano Abdülmecit I tuvo un sueño digno de las novelas de su coetáneo Julio Verne: unir Asia y Europa mediante un túnel submarino. Sin embargo, la tecnología de la época y las maltrechas finanzas del Imperio otomano impidieron llevar a cabo el proyecto. Ayer, siglo y medio después y el mismo día en que se cumplía el 90º aniversario de la proclamación de la República de Turquía, un mandatario no menos ambicioso, el conservador Recep Tayyip Erdogan, hizo por fin realidad el sueño del sultán.
Justo a las tres de la tarde de ayer se puso en marcha el servicio de metro que conectará las orillas europeas y asiática de Estambul bajo el estrecho del Bósforo. Se trata de un tramo de 13,6 kilómetros -de los cuales 1,4 discurren bajo el agua a una profundidad máxima de 62 metros- y que forma parte del proyecto Marmaray, una línea que, cuando sea totalmente completada, unirá los extremos de Estambul a lo largo de 73,6 km, permitiendo recorrer esta inmensa urbe de 15 millones de habitantes de este a oeste en menos de dos horas. Erdogan, presente en la inauguración junto a representantes de varios países, aseguró que «no se trata de un proyecto de Estambul, sino de un proyecto de la humanidad» que unirá «continentes y pueblos».
Aunque el Marmaray empezó a diseñarse en la década de 1990, antes de que Erdogan llegase al poder, sus bases no comenzaron a ponerse hasta el 2004. Durante años, una plataforma marítima del consorcio turco-japonés encargado del proyecto colocó en el fondo marino los tubos de hormigón proyectado para formar los túneles a través de los que discurre el metro, en un recorrido cuya señalización y electrificación corrió a cargo de la española OHL.
HALLAZGOS ARQUEOLÓGICOS / En principio el trazado submarino debería haberse concluido en el 2009 pero los increíbles hallazgos arqueológicos encontrados durante su construcción retrasaron la fecha de apertura. Son más de 40.000 piezas, entre ellas varios barcos bizantinos, que serán exhibidos en museos y en las estaciones subterráneas.
El nuevo metro submarino tiene previsto transportar a un millón de pasajeros al día y reducirá a 4 minutos el tiempo que se tarda en cruzar de una orilla a otra de Estambul, un avance en comparación con los 25 minutos que lleva el ferri o la lotería que suponen los dos puentes sobre el Bósforo, donde el trayecto puede durar entre 5 minutos si está despejado o dos horas si hay congestión del tráfico. Además, se une a otras infraestructuras previstas para los próximos años y también destinadas a aliviar el tráfico de Estambul, como otro túnel para coches bajo las aguas del Bósforo o el tercer puente, un polémico proyecto ya que obligará a talar miles de árboles de los bosques del norte de la ciudad.
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