REFUGIADOS RECIÉN NACIDOS

Los bebés de Idomeni

En lo que va de año, más de 120 mujeres han dado a luz en hospitales griegos mientras estaban instaladas en el campo de refugiados de la frontera griega con Macedonia

Wadjan Shalhob, una mujer siria de 34 años procedente de Daraa, dió a luz a su bebé, Fawaz, mientras se alojaba en Idomeni.

Wadjan Shalhob, una mujer siria de 34 años procedente de Daraa, dió a luz a su bebé, Fawaz, mientras se alojaba en Idomeni. / periodico

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Miles de hombres y mujeres han salido de sus casas, de sus barrios, de su país, con la esperanza de escapar de la guerra que ha destrozado SiriaSiria y proseguir con sus vidas en un ambiente mejor. Miles de mujeres embarazadas se han jugado sus vidas y las de sus bebés en botes neumáticos y caminos imposibles cruzando fronteras hacia Europa, la próspera tierra que les prometía un respiro y que ahora les expulsa de nuevo.

Tras el cierre de las fronteras europeas, y concretamente la Macedonia, docenas de mujeres refugiadas se han visto obligadas a dar a luz instaladas en los campos de refugiados griegos, entre ellos el de Idomeni que está siendo desalojado por la policía desde este martes.

Docenas de mujeres han visto como sus sueños de poderle dar a sus hijos una vida mejor se desvanecían ante sus ojos al intentar crear un refugio cálido en minúsculas tiendas de campaña en las que los recién nacidos duermen en el suelo como el resto de la familia.

Según el hospital de la ciudad de Kilkis, cerca de Idomeni, alrededor de 120 mujeres que residen en el campo de refugiados han dado a luz a sus bebés en el hospital desde que empezó el 2016, una de ellas habiendo dado a luz en el campo y luego siendo trasladada al hospital.

Desde entonces, algunas de las madres con sus pequeños han sido trasladadas a otros campos menos poblados o mejor organizados e incluso, las más afortunadas, a apartamentos locales proporcionados por las agencias de ayuda humanitaria. Aun y así, alrededor de 20 recién nacidos continúan viviendo sus primeros días en las insalubres condiciones de vida que permite el campo de Idomeni, que se estima acogía hasta este martes, en el que ha empezado a ser desalojado, a unas 14.000 personas.

TRES HISTORIAS

Wajdan Shalhob, de 34 años, es una de ellas. Esta madre siria de la ciudad de Daraa, dio a luz a su hijo Fawaz el pasado 20 de marzo mientras se encontraba en el campamento de Idomeni atrapada por el cierre de la frontera macedonia. Fawaz, nacido en el hospital de Kilkis, es el tercer hijo de la familia Shalhob. Sus padres y hermanos, uno niño de cuatro y una niña de seis, desean llegar a Alemania para tener una vida mejor.

Los Shalhob viven en un complejo de ocho tiendas en las que conviven todos los miembros de su gran familia. “Dejamos la guerra pero no vinimos a vivir en tiendas entre la mugre y las enfermedades”, se lamenta Wadjan que explica que estaba embarazada de ocho meses cuando la familia dejó Daraa pera llegar a Idlib, en el noroeste de Siria, y escapar de la destrucción que les perseguía. “Caminamos por el desierto unos 10 días y después viajamos en un camión de ovejas, como si fuéramos animales”, recuerda su marido, Isak con desazón y cansancio.

A pesar de la presión que ejercen las autoridades griegas para que los refugiados se trasladen a otros campos, muchas de las mujeres con niños pequeños temen, que a dónde las llevan no haya los suficientes medios para poder cuidar y sacar adelante la vida de sus bebés. En Idomeni, los voluntarios y las oenegés han ayudado a  las familias con lechepañales y otros productos básicos a la gente con bebés. “¿Quién sabe si allí a dónde quieren mandarnos también lo harán?”, se preguntan todas las madres que dudan sobre su traslado.

“Cada día que pasamos aquí parece un año entero”, asegura Fatima Dali Hassan, otra madre, esta vez kurda y de Alepo, que llegó a Idomeni con su esposo y sus otras tres hijas pequeñas embarazada de siete meses en su intento de alcanzar Alemania. “Creíamos que en un mes, mes y medio, habríamos llegado a algún lugar seguro. Nunca imaginé que daría a luz aquí”, asegura la madre de Mohammed, el pequeño nacido en el hospital de Kilis el pasado 27 de Marzo.

Nariman Khello es otra de ellas. Khello se casó el año pasado y salió de su Kobani natal, en la frontera Siria, a pesar de estar embarazada. La joven de 23 años lleva ahora tres meses en Idomeni viviendo en las afueras del campo junto a su bebé recién nacido gracias a los esfuerzos de su marido por cubrir la tienda con mantas y crear una ligera protección contra las inclemencias del tiempo. “Vinimos aquí para llegar a Alemania o España”, explica la madre de Raman, que nació el pasado 1 de mayo y es uno de los más jóvenes de Idomeni. “Aquí mi bebé no tiene un futuro. Por la noche hace demasiado frío y durante el día demasiado calor”, se lamenta.