UNA CEREMONIA INSÓLITA

Honores para el rey maldito

Ricardo III ya descansa en la catedral de Leicester, la ciudad donde murió en 1485

Los curiosos 8 Ciudadanos británicos se agolpan ante la catedral de Leicester, ayer.

Los curiosos 8 Ciudadanos británicos se agolpan ante la catedral de Leicester, ayer.

BEGOÑA ARCE / LONDRES

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Envueltos sus huesos en paños de lino y lana, colocados en un ataúd de roble, bendecido con los salmos de un coro de voces angelicales y púberes, el rey más detestable de la historia de Inglaterra fue despedido ayer con honores y gloria en la catedral de Leicester, la ciudad donde murió en 1485. Ricardo III reposa en el ala este del templo después de que sus restos fueran hallados en el año 2012 bajo un párking municipal de esta ciudad poblada hoy de mezquitas.

El soberano católico fue despedido por el jefe de la Iglesia anglicana, el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, que reconoció antes de colocarse la mitra, estar participando en un acto «un tanto surrealista». Excepcional fue desde luego el funeral de un rey medieval, el último de una de las más famosas dinastías de todos los tiempos, los Plantagenet, retransmitido en directo por televisión, en el siglo XXI,

Decenas de miles de personas salieron el domingo a la calle al paso del furgón fúnebre y varios miles más desfilaron durante tres días ante el féretro. Ayer fueron 200 los invitados de todo el mundo que tenían plaza en la catedral, entre los que había descendientes del soberano, como el carpintero canadiense Michael Ibsen, que construyó el ataúd, y la investigadora australiana, Wendy Dulding. A su lado, representando a la monarquía, estaba Sofía, la condesa de Wessex, nuera de Isabel II y el duque de Gloucester, patrón de la Asociación Ricardo III.

Sin esa asociación no se habrían recuperado los restos del jorobado más famoso del teatro universal. El esqueleto del último monarca inglés fallecido en el campo de batalla, durante la guerra de las Rosas, llevaba 530 años en paradero desconocido. Los amigos del monarca hicieron una colecta pública para iniciar unas excavaciones en las que nadie creía. El escepticismo se trocó en admiración cuando aparecieron los huesos y las pruebas de ADN confirmaron el regio hallazgo.

Ricardo III vivió 32 años gobernó solo dos. Ha pasado a la historia como un tirano cruel, conspirador y asesino de sus propios sobrinos, a los que usurpó la corona. Una leyenda negra, forjada en buena medida por William Shakespeare, que los admiradores del rey rebaten.

En su funeral, entre ricardianos y shakesperianos reunidos para la ocasión, se impuso el espíritu de reconciliación. Una paz sellada con un poema, escrito por la poetisa Carol Ann Duffy y leído por el actor Benedict Cumberbatch, pariente lejano del finado, quien próximamente, aprovechando el tirón publicitario, encarnará a Ricardo III en una serie para la BBC.