TRAGEDIA AÉREA EN LOS ALPES

"No hay más que restos, trozos, no hay nada"

Dispositivo de emergencia en Seine-les-Alpes, ayer.

Dispositivo de emergencia en Seine-les-Alpes, ayer.

EVA CANTÓN / PARÍS

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Poco después de enterarse de la tragedia, Jean Louis Bietrix, un guía de alta montaña que vive en el pueblo de Vernet, acompañó a los primeros equipos de rescate hasta el lugar donde el Airbus A320 de la aerolínea Germanwings se deshizo en pedazos: un monte escarpado e inhóspito de los Alpes franceses de la región de Alta Provenza. «Lamentablemente no había nada que hacer. En la zona no hay mucho que ver, no se ve prácticamente nada, no hay más que restos, restos ínfimos, trozos, no hay nada. El avión ha desaparecido totalmente», contaba abatido ante los micrófonos de la cadena de televisión BFM.

El aparato en el que ayer perdieron la vida 150 personas, 45 de ellas españolas, se estrelló a 1.500 metros de altitud en el valle de la Blanca, una de las caras del monte de los Tres Obispos, en la ladera opuesta al Valle de Allos que los franceses aficionados al esquí conocen bien. Un paisaje abrupto en una región montañosa virgen casi siempre nevada en la que los picos alcanzan entre 2000 y 3000 metros. A 15 kilómetros de Barcelonette, un pueblo de 170 habitantes en medio de un paraje solo apto para senderistas.

LUGAR DESHABITADO

«Desde mi casa hay media hora de coche y cinco horas de caminata para llegar. Poca gente debió de enterarse porque la zona no está habitada. Es un sitio muy aislado», decía el dueño de un hostal de Méolans Revel, la localidad a la que oficialmente pertenece el sitio donde se produjo el accidente. El lugar del siniestro solo es accesible por el aire, hay pocos caminos y no es fácil avanzar andando.

Además, los helicópteros desplegados desde ayer por la Gendarmería francesa no podrán posarse en ningún sitio, así que a los equipos de salvamento no les quedará más remedio que descender haciendo rapel, una operación no exenta de riesgo. Según el diario 'Les Echos', esa operación la asumirá el Grupo de Reconocimiento e Intervención en Medios Peligrosos (Grimp), una unidad especial de Marsella acostumbrada a intervenir en los acantilados de la costa. La complicada meteorología prevista desde anoche complicará más los trabajos.

El primer objetivo de las operaciones de rescate será delimitar la zona del siniestro (que se calcula que tiene una superficie de unas dos hectáreas) y hacerla segura, algo que puede llevar horas. A continuación, estabilizar los restos del aparato para evitar que los equipos resulten heridos si alguno de ellos sale despedido. Pero, sin duda, el verdadero reto, teniendo en cuenta el estado en el que ha quedado la aeronave, será recorrer esas dos hectáreas sin tocar los trozos del avión, para no entorpecer la posterior labor de análisis de los investigadores. Siete miembros de la Oficina de Investigación y Análisis (BEA, según sus siglas en francés) para la Seguridad de la Aviación Civil se unirán a técnicos de Airbus para examinar todos los elementos que puedan arrojar luz sobre las causas que llevaron a la caída del A320.

CÉLULA DE CRISIS

El Ejecutivo francés activó nada más conocerse el accidente una célula interministerial de crisis situada en el Ministerio del Interior. Hasta la zona se han desplazado 380 bomberos y otros tantos efectivos de la Gendarmería nacional, según explicó en rueda de prensa el Ministro del Interior, Bernard Cazeneuve, tras haber sobrevolado el lugar de la catástrofe.

A este operativo, el Ejército suma 10 helicópteros y un avión militar para hacer avanzar la investigación sobre las posibles causas del siniestro. Cazeneuve se mostró al respecto muy prudente y pidió esperar a que termine la investigación para poder sacar conclusiones. La policía científica y técnica está encargada de las pesquisas bajo la autoridad de la fiscalía de Marsella, que ha abierto una investigación sobre homicidio involuntario tras el accidente aéreo, algo habitual en estos casos. «Al medio día empecé a ver una columna de humo en el aire desde la ventana de la casa. Del centro del pueblo al lugar del accidente debe de haber unos tres kilómetros en línea recta, pero estamos en la montaña y está muy nevado. Ahora hay un ballet de helicópteros sobre nuestras cabezas», resumía un lugareño de Vernet.