LA YIHAD EN EUROPA

Visita al santuario yihadista de Bélgica

Algunos habitantes de Molenbeek insisten en que el barrio es absolutamente normal, pero otros dicen que es foco de una inseguridad que da miedo

Calle acordonada por la policía en Molenbeek, este lunes.

Calle acordonada por la policía en Molenbeek, este lunes. / periodico

SILVIA MARTÍNEZ / BRUSELAS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El ajetreo este lunes por la mañana es el habitual en Molenbeek. Su arteria principal, la chaussée de Gant, donde conviven bazares, tiendas y bares, respira absoluta normalidad en este primer día de la semana. Mujeres con bebés entran y salen de los comercios, muchos hombres y jóvenes toman el té y fuman en pequeñas terrazas o simplemente pasean. Una calma que también reina en la plaza del ayuntamiento y en sus alrededores, solo rota por el continuo ir y venir de medios de comunicación desplazados al lugar para captar reacciones a un atentado que ha vuelto a poner a este barrio de Bruselas en el punto de mira del mundo como santuario yihadista.

Incluso unos cientos de metros más lejos, en la rue Delaunoy y la rue Ransfort, cerradas y bloqueadas por la policía con motivo de una última operación de las fuerzas especiales, nadie diría que están intentando dar caza a peligrosos terroristas. Los curiosos se agolpan en las cercanías y las tiendas de comestibles y carnicerías tienen las persianas abiertas. “Jamás hemos tenido problemas aquí. Es verdad que hay mucha gente que va y viene pero francamente no se por qué vinculan a Molenbeek con el terrorismo”, dice Bilal, un joven de 20 años, de origen marroquí pero nacido en el barrio, que se ha acercado a seguir en primera línea la escena policial que se desarrolla metros más abajo.

“Es una de las comunas con más musulmanes, marroquís, extranjeros, pero no tenemos problemas. Todo el mundo se respeta aquí, no he sentido que haya problemas de seguridad. Nadie nos molesta”, añaden tres jóvenes en la treintena que prefieren no identificarse por el nombre.

INMIGRANTES PREOCUPADOS

“Son gente que no entienden el islam, que han hecho tonterías, que han entrado en prisión. Lo que ha ocurrido en Francia. Mi hijo va a menudo a conciertos. Le podría haber pasado a él. Podría estar muerto como esa gente que no ha hecho nada. Esto no nos honra, al contrario, nos pone en situación muy difícil. ¿Cómo vamos a explicar a los belgas que no somos iguales?”, añade Abdelraman, que emigró hace décadas a Molenbeek en busca de una vida mejor. Se trata de un barrio muy popular, situado en el noroeste de la capital, muy cerca del centro, donde viven algo más de 90.000 habitantes, en el que se mezclan muchas nacionalidades y en el que es fácil esconderse. “Entre ir a Waterloo o venir a Molenbeek, prefieren venir a Molenbeek porque aquí pasan desapercibidos”, admite Ben Mohamed, que vino al país con 4 años y dice no entender nada de lo que está ocurriendo.

Y lo mismo una española de Málaga que emigró hace 46 años a Bélgica y que asiste sorprendida a todo lo que esta ocurriendo en su barrio. “Cuando yo llegué aquí eran todos flamencos. Ahora está lleno de magrebís. Nunca he tenido problemas, pero sí tengo miedo de que ocurra algo y hay muchos que tienen miedo”, decía chapurreando el español en la plaza del ayuntamiento, a la espera de la concentración del mediodía en la que se guardaba un minuto de silencio en memoria de las casi 130 víctimas muertas el viernes. Un temor que ha hecho que hasta algunos musulmanes hayan decidido emigrar más allá de los límites de Bruselas intentando poner distancia a una inseguridad que opinan ha ido en aumento.

IGNORANCIA DE LA CIVILIZACIÓN

“Ha habido una dejadez del Estado, de todo el mundo. Bélgica tiene que hacer limpieza. Es el corazón de Bruselas y estoy seguro de que la mitad de los belgas no saben lo que ocurre aquí”, advierte Bashir, que nació en Bruselas pero decidió mudarse con su mujer e hijos a la localidad flamenca de Aalst por una razón muy poderosa: “Tengo miedo de que mis hijos crezcan con su propia raza, en barrios como este porque los niños crecen ignorando cualquier civilización”, opina. 

De 39 años y con origen marroquí, a este joven que trabaja en el sector de la construcción los argumentos de falta de trabajo o zona empobrecida no le sirven. “Hay problemas sociales sí, no hay trabajo pero eso no es una excusa para ir a masacrar a nadie porque no encuentran trabajo. Hay miles de belgas que tampoco lo tienen”, recuerda Bashir, exigiendo respeto por las leyes. “Si hay alguien que no está contento con vivir aquí en un país europeo, donde hay libertad, derechos para todo el mundo, que se marche”, defiende, reivindicando más control y vigilancia.