CONFLICTO EN EL ESTE DE EUROPA

La guerra se inflama

Un grupo de civiles huyen, bajo intenso fuego de artillería desde posiciones de las milicias prorrusas, de la localidad rodeada de Debáltsevo.

Un grupo de civiles huyen, bajo intenso fuego de artillería desde posiciones de las milicias prorrusas, de la localidad rodeada de Debáltsevo.

MARC MARGINEDAS / BARCELONA

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Caminaban cabizbajos, intentando mantener la compostura, pese a sus rostros demacrados, sus ropas sucias y unos aparatosos vendajes que les cubrían las heridas. Iban fuertemente escoltados, pero algunos reporteros lograban burlar el cordón de seguridad y acercarse a aquel desgarbado grupo humano para conversar con alguno de sus integrantes con la misión de arrancar al prisionero unas pocas palabras. Cuando llegaron a su punto de destino -una parada de autobús donde varios civiles habían muerto poco antes por un proyectil disparado supuestamente desde posiciones lealistas ucranianas- fueron obligados a arrodillarse y a escuchar los improperios y los insultos que les dirigía una multitud, previamente invitada a congregarse en ese preciso lugar por las autoridades separatistas de Donetsk para someter a escarnio a aquel grupo de soldados vencidos en el campo de batalla.

Una semana antes del día de Navidad, las milicias prorrusas que controlan este bastión insurgente prorruso en el este de Ucrania organizaron esta procesión de militares ucranianos presos por las calles de la ciudad. El evento, que suscitó una enérgica condena por parte de organizaciones de derechos del hombre como Amnistía Internacional, no solo intentaba mantener viva la llama de la lealtad de los lugareños de Donetsk hacia las milicias prorrusas y hacia la causa que estos defienden. También sirvió de justificación para que las autoridades de la autoproclamada República Popular de Donetsk (RPD) descartaran por el momento cualquier intercambio de prisioneros con sus enemigos, el Ejército de Ucrania, marcando un nuevo clímax bélico en un conflicto armado que no cesa de recrudecerse y cuya tregua pactada en septiembre se ha trocado en un pedazo de papel mojado, sin trascendencia alguna en el campo de batalla.

NUEVOS HITOS

Las últimas jornadas han marcado nuevos hitos en el particular descenso a los infiernos en las regiones de Donetsk y LuganskDebáltsevo, estratégico nudo ferroviario que acoge a una pequeña población de 26.000 habitantes, a medio camino entre las dos grandes ciudades de la región y en manos, aún, del Ejército lealista, constituye en estos días una molesta protuberancia en el frente bélico para el bando insurgente. «La situación más delicada se registra en la cornisa de Debáltsevo», ratificó Volodymyr Poliovyï, portavoz militar ucraniano. Durante todo el día, los bombardeos contra el casco urbano fueron constantes y, según relataron los vecinos a AFP, imposibilitaban cualquier tipo de actividad. «La gente huye porque los disparos son incesantes; en la ciudad, no hay ni agua, ni luz, ni calefacción», explicó Evguen Loukhaniv, jefe local de policía.

La Oficina de la ONU para los Derechos Humanos constató en enero que solo entre los días 13 y 21 del mismo mes, un total de 262 personas habían perdido la vida como consecuencia del conflicto, es decir, una media de 29 al día. La cifra constituye una neta escalada respecto a meses anteriores, habida cuenta de que en los nueve meses de guerra, unas 5.000 personas han muerto debido a los enfrentamtos. Y ello, pese a que, oficialmente, se hallaba en vigor una frágil tregua pactada en la capital de Bielorrusia, en las postrimerías del pasado verano, bajo los auspicios de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE), por las republicas secesionistas de Donetsk y Lugansk y por representantes de Rusia y Ucrania.

EN SACO ROTO

Las recomendaciones y advertencias elaboradas por los diferentes 'think tanks' especializados en conflictos y que han desplazado a personal al teatro de operaciones están cayendo irremediablemente en saco roto. No solo responsabilizan de la escalada a los dos bandos en liza --las milicias prorrusas y el Ejército ucraniano-- sino también a las potencias y organizaciones supranacionales que les apoyan, es decir, Rusia, EEUU y la UE.

En un admonitorio informe difundido en diciembre y titulado 'Ucrania oriental: un invierno peligroso', el International Crisis Group (ICG) constató, no solo que «el alto el fuego» había sido «ignorado», sino también que los grupos de presión en favor de continuar la guerra eran muy potentes, tanto en las filas rebeldes como en las lealistas. En particular, el ICG advirtió del peligro de que Rusia y sus aliados se sientan tentados de «abrir una ruta terrestre» entre Crimea y la frontera rusa, una lengua de tierra que precisamente pasaría por Mariúpol, localidad costera intensamente bombardeada en la semana que ayer acabó. Y criticó a viva voz la «improvisación» que ha presidido la respuesta internacional a la actitud beligerante de Moscú y sus aliados en Ucrania oriental.