Siria: De guerra civil a guerra global
Rafael Vilasanjuan
Periodista
RAFAEL VILASANJUAN
Del aroma de las primaveras vecinas que contagiaron las calles de Damasco en marzo de 2011 hasta hoy, el conflicto no ha parado de agravarse, no ha vivido un día sin respiro. De aquellas protestas pacificas que derivaron en un primer enfrentamiento civil, hemos pasado a una guerra sectaria con implicación de multitud de actores extranjeros. Un horror que hace cinco años asomaba al precipicio y ahora nadie intuye como salir de él.
Con la mitad de la población desplazada y cientos de miles de muertos, el conflicto ha desbordado sus fronteras, expulsando a millones de personas a los países vecinos y amenazando incluso con desintegrar a Europa y su espacio libre de paso ahora convertido en fortín por el temor a los refugiados.
¿Porqué las protestas en respuesta al arresto y tortura de un grupo de jóvenes acusados de pintar grafitis contra el régimen nos han llevado a este caos? Las primaveras vecinas habían depuesto a los presidentes de Egipto y Túnez. Ingenuamente, se pensó que el cambio de régimen aquí seria fácil. Pero en Siria, las protestas y la represión que empleó Bachar el Asad abrieron heridas que inmediatamente derivarían en una guerra abierta a la participación internacional. Con el apoyo de occidente a los rebeldes para forzarle a abandonar el poder y aconsejado por sus amigos rusos, Bachar el Asad intuyó que su única salida era radicalizar el conflicto, liberando cientos de presos islamistas y facilitando que el Estado Islámico fuera ganando terreno frente a sus opositores moderados.
El enfrentamiento sectario entre suníes y chiíes que ha seguido remite a orígenes religiosos, pero la batalla, con la implicación de potencias regionales se libra por el control político de Oriente Medio mas que por una determinada manera de entender el Islam. Arabia Saudí recela de cualquier movimiento regional que pueda ir en contra de su dominio y el apoyo de Irán al régimen de el Asad se percibe como una amenaza mayor.Siria se ha convertido así en campo de batalla donde los frentes se multiplican. Es difícil explicar cuántos. Por un lado rebeldes que van de moderados a islamistas radicales, por otro las fuerzas del régimen, en el norte los kurdos y todo ello sin olvidar al Estado Islámico, al que todos combaten o al menos dicen combatir. Cada uno de estos actores tiene diferentes socios internacionales. EE.UU y sus aliados occidentales, Turquía, Rusia, Irán, Arabia Saudí, las milicias libanesas de Hezbollah, grupos chiíes de Irak y Afganistán y facciones árabes de Al Qaeda se reparten en un entramado de frentes infinitos y batallas cruzadas tan complejo como difícil intuir cuándo puede acabar.
Convertido en la peor tragedia humanitaria de este siglo, el conflicto promueve el peor sectarismo entre suníes y chiíes que hayamos visto jamás. Con implicaciones profundas que amenazan el futuro de Oriente Medio tanto como la expansión del terrorismo y la seguridad mundial, lo que empezó como una guerra civil se ha trasformado en la primera guerra global.
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