ESTADOS UNIDOS

Cierre del Gobierno y protestas en el aniversario del primer año de Trump

El Congreso fracasa en su intento de prorrogar la financiación pública tras varios días de negociaciones maratonianas

Continúan las negociaciones en la Cámara de Representantes y el Senado para evitar el cierre del gobierno

Continúan las negociaciones en la Cámara de Representantes y el Senado para evitar el cierre del gobierno / ST ukit AFCU

Ricardo Mir de Francia

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El primer aniversario de la presidencia de Donald TrumpDonald Trump no podría haber sido más accidentado. Justo un año después de que el magnate neoyorkino jurara el cargo en las escaleras del Capitolio, el Gobierno federal de Estados Unidos se ha quedado sin fondos para seguir operando normalmente, una situación que no se daba desde finales del 2013. Republicanos y demócratas fueron incapaces de llegar a un acuerdo para extender la financiación pública antes de que se acabara el plazo en la medianoche del viernes al sábado. El fracaso político forzará el cierre parcial de los ministerios y las agencias gubernamentales, y obligará a decenas de miles de funcionarios “no esenciales” a quedarse en casa y sin sueldo hasta que el 'impasse' se resuelva.

El desaguisado burocrático corrió en paralelo a la celebración de docenas de manifestaciones en todo el país para protestar contra la gestión del presidente, una movilización que sigue los pasos de la multitudinaria Marcha de las Mujeres que se produjo un día después de que Trump tomara posesión del cargo hace un año. Ambos episodios reflejan la profunda división política y social que vive el país, una constante en los de Barack Obama que no ha hecho más que recrudecerse desde que el empresario neoyorkino tomo las riendas del país. Las políticas inmigratorias de Trump, sus posiciones respecto al aborto y los homosexuales, o los comentarios misóginos que han salpicado su primer año de mandato fueron algunos de los agravios expresados por las más de 200 concentraciones que tomaron las grandes ciudades de EEUU, desde Los Ángeles a Washington, pasando por Denver o Charlotte.

“Mentiría si digo que no estoy desanimada y triste por tener que manifestarme otra vez para demostrar nuestra oposición a este desastroso primer año de la presidencia Trump”, le dijo a Associated Press Peggy Taylor, una guía turística que participó en la marcha de Nueva York. El 57% de los estadounidenses desaprueban la gestión del republicano, según una de las últimas encuestas. Trump es el presidente más impopular de la historia moderna, a pesar de la buena marcha de la economía y la euforia que se vive en los mercados.

Como ya sucedió hace más de cuatro años, en el penúltimo de los 13 cierres de Gobierno que ha habido desde principios de los años 80, republicanos y demócratas no tardaron en culpar a sus rivales políticos del fracaso para extender la financiación pública, provocado por sus desavenencias para resolver el futuro de los ‘dreamers’ y la construcción del Muro con México. “Los demócratas del Senado son responsables del cierre de Schumer”, dijo la portavoz de la Casa Blanca para echarle las culpas del fracaso al líder demócrata en la Cámara alta, Chuck Schumer. “Han puesto la política por encima de nuestra seguridad nacional, las familias militares y la capacidad de nuestro país para servir a todos los estadounidenses”.

Circunstancia inédita

Desde el otro bando, en cambio, se insistió en culpar al presidente y su partido, que controlan las dos cámaras del Congreso. De hecho, esta la primera vez que cierra el Gobierno con un Congreso dominado por un solo partido. “Negociar con este presidente es como negociar con gelatina, es prácticamente imposible”, dijo Schumer el sábado, tras haberse reunido la víspera con el mandatario para tratar de desatascar el embudo. “Es incapaz de mantener los términos pactados”.

El veredicto final será de los ciudadanos. Ellos decidirán de quién es la culpa, uno de los elementos que se dirimirán en las elecciones legislativas de noviembre, donde los republicanos se juegan mantener el control de las dos cámaras del Legislativo. El coste político dependerá en gran medida de lo que tarden ambos partidos en reabrir el Gobierno. Los parques nacionales, Correos, los controladores aéreos o el Departamento de Estado apenas notarán la perturbación, pero en diversos ministerios miles de funcionarios tendrán que quedarse temporalmente en casa. El último cierre de las instituciones públicas se prolongó durante dos semanas.