Antesala de las legislativas

El Gobierno argentino obtiene una victoria parcial en las primarias

La gobernadora de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, con el precandidato oficialista, Estaban Bulltrich.

La gobernadora de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, con el precandidato oficialista, Estaban Bulltrich. / EFE / CRISTINA TERCEIRO

Abel Gilbert

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Los argentinos se fueron a dormir el domingo tomando por cierto que el Gobierno había sido el gran ganador de primarias abiertas con miras a las legislativas de octubre. Al levantarse se enteraron que si bien la coalición de centro derecha Cambiemos se impuso en la capital federal e importantes distritos como Córdoba y Mendoza, había perdido en Santa Fe, la segunda provincia en importancia del país y, en la provincia de Buenos Aires, donde vota al 37% del padrón electoral. Se aferraba a la ilusión de un "empate técnico" con Cristina Fernández de Kirchner. Casi dos tercios de la población rechazaron al macrismo. Cuando faltan 5% de las mesas por escrutarse, la expresidenta consideró escandalosa la demora de los datos que la consagrarían ganadora.  El Gobierno dijo que las cifras definitivas se conocerán en 10 días. El kirchnerismo ha empezado a hablar de "fraude electoral". "Secuestraron los votos de 300.000 bonaerenses", dijo uno de sus dirigentes, Leopoldo Moreau.

Los festejos con música y globo y la promesa del presidente Mauricio Macri de dotar a la derecha de un proyecto "por 20 años" tuvieron interpretaciones contrastantes. Algunos analistas consideraron que Cambiemos logró una contundente victoria a nivel nacional y, después de años de ser apenas un partido capitalino y de clase media, se ha consolidado como una fuerza en todo el territorio. Eso es lo que lo llevó a Macri a imaginar en lo sucesivo una serie de victorias electorales que se prolongarían por décadas.

Otros observadores son más cautos. Aseguran que, de cara a la renovación parcial del Parlamento, el 22 de octubre, Cambiemos todavía puede usufructuar del antikirchnerismo visceral de una parte de los electores que, a pesar del franco descontento con la situación económica (inflación, cesantías, aumento de tarifas, quita de subsidios a la discapacidad), prefieren un presente de amarguras teñido de promesas de un futuro mejor que un eventual retorno al pasado populista.

El factor Vidal

Las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) son un ensayo que anticipa con bastante precisión lo que sucederá en pocos meses en las urnas. Cambiemos no logró la proeza del 34% de los votos en la provincia bonaerense gracias a su candidato a senador, el exministro de Educación, Esteban Bullrich, quien a lo largo de la campaña cometió severos errores de comunicación al punto de reivindicar, fiel a su prosapia de hombre de alcurnia, que todos los días la policía arresta a un joven pobre de la periferia. Sus votos obedecieron al empuje de María Eugenia Vidal, la carismática gobernadora bonaerense, una suerte de Margaret Thatcher juvenil y encantadora. Sus adversarios le dicen irónicamente Heidi, como la niña del cuento infantil. Pero detrás de esa sonrisa angelical se esconde una política aguerrida, dispuesta a competirle palmo a palmo la provincia a Fernández de Kirchner y perfilarse incluso como la gran renovación política de la derecha más allá de Macri.

El desafío de Kirchner

La expresidenta se ha atribuido el liderazgo de los perjudicados por el ajuste neoliberal. Los votos cosechados en las PASO han sido importantes teniendo en cuenta que su figura es completamente demonizada por los medios de comunicación y que, a la vez, afronta numerosas causas judiciales, algunas de dudosos fundamentos. Pero para ser la gran ganadora y aspirante a la presidencia en 2019, debe recoger los votos del peronismo disidente que hasta el momento le son esquivos.

Por lo pronto, el Gobierno se siente autorizado con los resultados de las primarias de profundizar sus reformas económicas. Lo que busca es modificar sustancialmente las leyes laborales y de pensiones.