Gente Corriente
En las guerras, igual que explota la crueldad, emerge la solidaridad más honda
Rafael Vilasanjuan
Periodista
RAFAEL VILASANJUAN
¿Conocen la historia de Henry Dunant? Era un hombre de negocios suizo, para la mayoría un desconocido que hace 150 años, ofuscado porque no lograba permiso para realizar un proyecto en las colonias, decide ir a encontrarse con Napoleón III para conseguirlo. El emperador francés estaba entonces en el norte de Italia, en Solferino, en una batalla contra los austríacos. La guerra entonces se libraba entre ejércitos y en campo abierto. Así es que apostado en una colina pudo contemplar todas las hostilidades.
Que la vida humana tenga poco valor forma parte de la filosofía bárbara de las guerras. Pero lo que vió Dunant al acabar la batalla fue aun peor. El horizonte de Solferino estaba anegado por miles de cuerpos agonizantes. En medio de un aire viciado todavía por el olor pútrido de los heridos, voces cada vez más débiles imploraban auxilio. Fue entonces cuando Henry Dunant decidió bajar al pueblo y movilizar a sus habitantes para que recogieran a todos los heridos sin importar de qué bando fueran y salvar aquellas vidas que aún no se había llevado la batalla. Con él nació la Cruz Roja. Pero su decisión de actuar inmediatamente para recuperar un espacio de humanidad en medio de la barbarie se repite desde entonces en multitud de conflictos.
Hoy las guerras han cambiado enormemente, las principales víctimas son civiles y la velocidad de la información nos traslada en directo a los nuevos campos de batalla. De Afganistán a Siria las imágenes no paran de vomitar violencia, ataques y bombardeos. Pero aunque no lo veamos, en las guerras igual que explota toda la crueldad humana, también emerge la solidaridad mas honda.
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Gente corriente, voluntarios anónimos en medio de la tragedia como los cascos blancos en Siria, un movimiento civil, que nació forzado por el descenso al que hoy parece el peor infierno en el mundo para vivir. Cuando las bombas arrecian como la lluvia, este movimiento formado por hombres y mujeres, panaderos, electricistas, pintores o abogados, sale inmediatamente para recuperar vidas de entre los escombros como la de Omran, el niño rescatado la semana pasada en Alepo, cuya imagen fue portada en este mismo diario.
La relación de héroes anónimos en las guerras es infinita. Casos como el de Oskar Schindler y su lista de judíos salvados en la Alemania nazi o el mas reciente de Jaled al Asad, el arqueólogo ejecutado por el Estado Islámico hace ahora un año por intentar salvar el legado de las ruinas de Palmira, son ejemplos de la condición humana y solidaria que emerge en todas las guerras. En este sentido, los Cascos Blancos sean tal vez lo mas interesante que ha surgido en el movimiento humanitario desde la creación de Médicos Sin Fronteras en los años 70. Un movimiento que tiende a consolidarse como la única respuesta posible a la indiscriminada lluvia de bombas y al tiempo un ejercicio de resistencia frente al poder que las lanza. Porque cuando acabe la violencia solo ellos podrán contar como victorias cada una de las vidas salvadas.
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