El conflicto de Oriente Próximo
Gaza se seca
El agua embotellada es uno de los productos más solicitados en Gaza. Beber del grifo es un riesgo para la salud y quien puede, lo evita. Según el Fondo de la ONU para la Infancia (Unicef), muchas familias en Gaza destinan un tercio de sus ingresos a las botellas de agua, pero a una gran parte de la población no le llegan los recursos. En Gaza, el agua es tan preciada que se le llama oro azul y procede fundamentalmente de su acuífero situado en la costa.
Pero el 90% del agua que almacena no es potable sin un tratamiento previo, ya que está contaminada por aguas residuales, productos químicos y filtraciones marinas. Incluso el 10% potable se acaba mezclando a veces con agua de baja calidad en el proceso de distribución y se tiene que usar solo para limpiar. Los niveles de agua del acuífero disminuyen cada año y como consecuencia, las filtraciones de agua marina son cada vez más altas. Además, la contaminación por nitratos y fertilizantes procedentes de la irrigación de los cultivos está aumentando.
Desalinizadoras y fuentes
La falta de agua potable en una zona donde la media de consumo de agua está por debajo de los mínimos marcados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) -se consumen entre 70 y 90 litros por persona y día y el límite de la OMS son 100 (incluye la aportación a la agricultura, la industria y, por supuesto, la conservación de los ecosistemas acuáticos)- se intenta paliar con
desalinizadoras y fuentes públicas. Pero estas no son suficientes para abastecer al 1,6 millones de habitantes de la franja y solo consiguen suministrar agua a un 20% de la población. El resto depende de las botellas o acaba bebiendo agua contaminada. La ONU denunció en su informeGaza en 2020: ¿Un lugar habitable? que el acuífero que abastece a Gaza podría pasar a ser inservible en el 2016 y que sus daños podrían llegar a ser irreversibles en el 2020. Gaza, que entonces tendrá unos 2.1 millones de habitantes se convertirá en un territorio donde será imposible vivir, también por la altísima densidad de población.
«Nos encontramos ante una gran crisis. Hay un déficit muy serio de recursos de agua en Gaza y un grave deterioro en su calidad», indicó el vicepresidente de la Autoridad Palestina del Agua (APA), Rebhi el Sheij al diario digital israelí Ynet. La misma opinión expresan informes del Programa Medioambiental de la ONU y del Banco Mundial.
En Gaza hay 18 pequeñas plantas que tratan aguas residuales y saladas, la mayoría financiadas por Unicef y la oenegé Oxfam. Según Reuters, las autoridades palestinas han puesto en marcha dos plantas desalinizadoras y tienen proyectada una tercera que no se construirá hasta 2017, cuando quizás ya sea demasiado tarde. A esto se añade la posibilidad de que no haya electricidad suficiente para abastecer a las plantas.
Israel, en cambio, es uno de los países más avanzados en la tecnología de las desalinizadoras. Fuente oficiales reconocen que el Gobierno israelí está preocupado por la crisis acuífera en la franja y alerta del riesgo de que en los próximos años, dos millones de personas no tengan agua potable.
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