Conflicto de Oriente Próximo

Gaza, desierto de ruinas

Militantes sostienen a un palestino acusado de colaborar con Israel.

Militantes sostienen a un palestino acusado de colaborar con Israel.

ANA ALBA

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El paisaje urbano es desolador en el barrio de Shuyahia, en la ciudad de Gaza. Las casas que resisten son fantasmas esqueléticos de hormigón gris. Shuyahia es un desierto de ruinas del que la mayoría de sus vecinos tuvo que huir hace más de un mes, cuando la operación militar israelí en Gaza estaba en su fase más cruenta. Muchos vecinos lo han perdido todo: casa y pertenencias.

Vecindarios enteros de otras localidades como Beit Janún, en el norte de la franja, o Jan Yunis, en el sur, han sido arrasados por los misiles y la artillería de Israel. Miles de familias se han quedado en la calle y no saben cómo reharán sus vidas, miles de personas han perdido su trabajo porque las  empresas o fábricas que las empleaban son ahora cenizas, las bombas han arruinado sus cosechas, en sus tierras hay proyectiles sin estallar o sus comercios ya no existen.

La semana pasada, las autoridades palestinas anunciaron que los lugareños habían sufrido unas pérdidas económicas cercanas a los 3.800 millones de euros. «Unas 40.000 construcciones de todo tipo han sido destruidas o han quedado severamente dañadas», explicó el ministro de Vivienda y Obras Públicas del Gobierno de unidad palestino, Mufid Hasayna. «5.238 viviendas han sido destruidas, 30.000 están dañadas pero son habitables y 4.374 han sufrido daños severos y son inhabitables (…) Unas 250 industrias, comercios e infraestructuras agrícolas están inutilizadas», dijo.

Hace semanas que sectores como la agricultura, la pesca y la industria no funcionan. Y las infraestructuras de electricidad y agua han sufrido daños graves. La principal central eléctrica de Gaza fue bombardeada por el Ejército israelí y muchos vecinos que solo disponían de unas pocas horas de luz al día están prácticamente a oscuras. Algunos necesitan la electricidad para bombear el agua de pozos. Otros se han quedado sin una gota porque los misiles han destruido las cañerías.

HACINADOS / «Tenemos que comprar el agua embotellada para cocinar, lavarnos y beber. No sé cuánto tiempo aguantaremos así, se nos acaba el dinero», lamenta Yasmin, con cinco hijos y refugiada en la ciudad de Gaza en un piso donde no cabe un alfiler. Su bonita casa con jardín en Beit Janún ya no existe.

Más de 300.000 personas han tenido que abandonar sus hogares. Al menos 250.000 se han cobijado en escuelas de la UNRWA (Agencia de la ONU para los refugiados palestinos). Se amontonan en las clases y viven de los alimentos que les reparten.

«No nos sentimos seguros en ningún lugar. Israel ha bombardeado escuelas, podríamos morir», comenta un anciano en un colegio abarrotado donde la semana que viene los niños deberían de empezar las clases, pero no lo harán por la guerra.

«En las escuelas, los refugiados están hacinados y lo mínimo que se da son enfermedades como la sarna, también afecciones intestinales», apunta la enfermera española Alicia Vacas, que forma parte de un equipo internacional de la oenegé israelí Médicos por los Derechos Humanos que recoge datos en los hospitales sobre las heridas que han provocado los bombardeos y las armas empleadas. El equipo ha constatado «bombardeos a hospitales, ataques a ambulancias y disparos a conductores, héroes de esta guerra».

«Lo que más llama la atención es la destrucción masiva y el ataque a familias», dice Vacas. Varias de ellas han perdido a algunos de sus miembros en bombardeos a sus hogares.

Durante la ofensiva israelí, en las morgues de los hospitales se amontonaban cadáveres amputados y desfigurados. Las bombas siguen matando a civiles y combatientes en Gaza. En los dos últimos días, los ataques han segado la vida a 44 personas más, algunas son niños.

Desde el 8 de julio, día que Israel inició la operación Margen Defensivo en Gaza, han perdido la vida en la franja 2.106 personas, 561 son niños. Al menos 3.190 menores han resultado heridos y de ellos, el 20% quedará discapacitado para siempre, según el portavoz del ministerio de Sanidad de Gaza, Ashraf al Qidra. La mayoría de heridos más graves en los 47 días de ofensiva han podido ser evacuados a Israel o a países como Jordania y Turquía.

Muchos niños se han quedado huérfanos y la inmensa mayoría, si no todos, necesitan ayuda psicológica. «Al menos el 30% ha presenciado cosas horribles», indica el psicólogo Derdah al Shaer.