RETRATO RAZONADO Y APASIONADO DEL PAÍS VECINO

Francia en siete trazos

Jordi Ferrerons, corresponsal de TV-3 en París durante seis años, publica 'Gracias, Francia', una mirada irónica impregnada de admiración crítica

El periodista Jordi Ferrerons.

El periodista Jordi Ferrerons.

JOSÉ A. SOROLLA

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El autor recurre en el libro a siete pecados capitales y 100 palabras para definir a los franceses, igual que hace en esta entrevista:

ORGULLO

Entre el chovinismo y la autoflagelación

"Los franceses están tan convencidos de que son buenos, diferentes, están tan seguros de su excelencia, que en cuanto caen del pedestal pasan al otro extremo. Si el espejo no les devuelve la imagen que esperaban, se sumen en la autoflagelación, que forma parte de las características del alma francesa, Pero saben escapar a ella gracias a la autoestima. Un ejemplo muy ilustrativo de esta contradicción es su comportamiento durante la segunda guerra mundial, que fue un desastre, pero, catalizados por el general De Gaulle, supieron levantarse y creer, encantados, que habían derrotado al nazismo y habían ganado la guerra. Este comportamiento entre la euforia y la depresión puede ser parecido al de los españoles, pero con una diferencia, el complejo de inferioridad. En Francia, se da por supuesto que ellos son buenos y cuando se dan cuenta de que no lo son tanto, llega la hipercrítica. La tradición y los métodos de la escuela francesa les hacen ser hipercríticos consigo mismos".

IRA

Queja y protesta permanentes

"Esa característica tan francesa de la protesta y la queja permanentes va ligada a dos cosas. En primer lugar, a la capacidad de hallar la antítesis de cualquier síntesis. En segundo lugar, a la valoración de la importancia de los derechos adquiridos. 'Esto me lo he ganado y es mío', sería el pensamiento que resume esta filosofía. Cuando se produce alguna reforma que cuestiona los derechos adquiridos, los franceses protestan, y lo hacen saliendo a la calle. Los franceses son felices en las manifestaciones, solo hay que verlos. Para conocer Francia de verdad, hay que ir a unas cuantas manifestaciones. En noviembre de 1995, el país se paralizó durante 35 días en protesta por una serie de recortes sociales decretados por el Gobierno de Alain Juppé. No hubo ni transporte público, ni colegios. Pues bien, los franceses, y en particular los parisinos, se lo tomaron con el mejor humor y entregados a la solidaridad, algo impensable en España o en otro país".

AVARICIA

El continente supera al contenido

"Francia es una gran constructora de marcas. Genera relato y marca con las cosas que hace y vende. Muchas veces, el continente es superior al contenido. Y la primera marca es Francia misma, que supera a lo que es en realidad. Pero Francia está ahí, aunque el mundo anglosajón se la querría sacar de en medio. Estar al lado de Francia luce porque los franceses tienen un gran talento para, con poca cosa, construir un gran relato. Esto es admirable. Pero su posición en los negocios a escala internacional es parecida a la de la geopolítica: no está muy presente, pero parece que sí lo esté. Los franceses tienen también una relación peculiar con el dinero, del que está mal visto hablar, por tres razones culturales: la tradición católica, la influencia del marxismo y la herencia de la cultura campesina. ¿Tiene esto que ver con la hipocresía? Creo que la sociedad francesa no es más hipócrita que otras. El idioma francés permite decir las cosas de maneras diferentes. Si eso es ser hipócrita, lo son. El emperador Carlos I decía que el francés es el idioma de la diplomacia…".

GULA

El sagrado concepto del 'terroir'

"El 'terroir' es uno de los aspectos que más me enamora de Francia. Es un concepto de difícil traducción, que significa a la vez territorio, terreno, productos e identidad, y que desemboca en orgullo, respeto, armonía y placeres sensoriales. Es la conciencia que tienen los franceses de que Francia la construyó la gente que sacaba provecho de la tierra que ocupaba. Cómo tratan los productos de la cadena que va del campo a la mesa explica Francia. La mesa y los fogones son el escenario de un homenaje que se hacen a sí mismos y de nuevo nos hallamos ante el talento de otorgar el glamur a las marcas, muchas veces por encima de la calidad real de los productos, como en la relación calidad-precio de los vinos. La protección de la agricultura hasta niveles irritantes, por ejemplo en las negociaciones sobre la PAC (política agraria común) en la UE, forma parte de ese aspecto. Y el trato a los campos de cultivo. Viajar por Francia y contemplar el paisaje es un auténtico placer".

LUJURIA

Liberales e infieles, pero católicos

"Para hablar de la sexualidad de los franceses, reparemos en una gran paradoja. Francia fue el primer país que separó la Iglesia del Estado, pero el alma católica está muy presente en lo que afecta a la intimidad. Los franceses son muy liberales, muy condescendientes con los, digamos, pecados veniales. En este sentido, la infidelidad se considera un pecado venial y se vive mucho más racionalmente que en España. Sin embargo, han tardado más que aquí, y con mucha mayor oposición, en reconocer el matrimonio homosexual. Y es que frente a la homosexualidad pesa mucho la idea de que el matrimonio puedes traicionarlo, pero no ponerlo en cuestión, y eso es lo que puede desprenderse del matrimonio gay. En Francia, la homosexualidad se vive libremente, pero con menos exhibicionismo. No hay en París ni un barrio como el madrileño Chueca ni en Francia una localidad como Sitges. La sociedad francesa no es homófoba, pero, siendo tan liberales, choca el contraste".

PEREZA

Cartesianos, pero hedonistas

"Esta doble alma de los franceses, que los hace ser a la vez cartesianos y racionales, pero también hedonistas, se debe en parte a la situación geográfica de Francia, incrustada entre el mundo calvinista del norte y el sensorial del Mediterráneo. Son muy cartesianos, pero pensando siempre que la vida hay que disfrutarla. Y han aplicado este cartesianismo a construir una industria del ocio potente y eficiente, en turismo, moda, gastronomía… Francia ha exportado la figura del 'Bon vivant', pero los franceses se sienten incómodos si no hacen nada. Por eso el ocio hay que llenarlo, sobre todo el de los niños, a los que siempre se ofrecen actividades para ocupar el tiempo libre. Esta necesidad explica el éxito del Club Méditérranée, donde los niños no están ni un segundo sin practicar algún tipo de actividad. Cuando los niños llegan a adultos, conservan ese hábito. Y así, cuando ves a alguien ocioso y le preguntas qué hace, te contesta que está pensando, está en posición de 'réfléchir'".

ENVIDIA

La excepción francesa

"La sociedad francesa no se entendería a sí misma si no se considerase una excepción. Francia está sola en el mundo, porque la francofonía, las antiguas colonias que hablan francés, no es casi nada. Lo admirable de Francia es esa voluntad de existir y de ser diferente frente al dominio anglosajón o ante la potencia económica de Asia. En el fondo, subyace la idea de que Francia es un modelo único y específico que debe servir de referente, y por eso tiene ahora un problema de identidad. Francia, que se considera una excepción de cara al mundo, parece incapaz de encontrar las excepciones en el interior del propio país, y se ve como algo homogéneo cuando no lo es".