NUEVO 'VATILEAKS'

Francesca Chaouqui, una Mata Hari en el Vaticano

De la asesora del Papa, se dice de todo; desde que es espía, lobista o miembro del Opus Dei

Francesca Immacolata Chaouqui, en una de sus fotos de perfil en las redes sociales.

Francesca Immacolata Chaouqui, en una de sus fotos de perfil en las redes sociales. / periodico

ROSSEND DOMÈNECH / ROMA

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De Francesca Immacolata Chaouqui se dice de todo, por lo que todo puede ser mentira pero también la pura verdad, como sucede en las mejores novelas de intriga. Según sus biógrafos, que trabajan con escasas noticias --otro buen indicio--, sería una infiltrada en el Vaticano de los servicios secretos de EEUU; siempre mejor, en cualquier caso, que el aparente bonachón dominicano Andrew Felix Morlion, rector de la Universidad Pro-Deo --muy apreciada por el franquismo--, primer gran espía conocido de Washington en los Palacios Apostólicos.

Otros añaden que, en realidad, es una colaboradora de los servicios secretos vaticanos, esa nebulosa que muchos en la historia reciente han buscado y que tendría su cuartel general cerca de la residencia del papa Francisco. Para ellos haría el doble o triple juego, según las conveniencias del Estado-Ciudad del Vaticano. No, no, es solo una lobista, añaden otros, mientras que para algunos pertenecería al Opus Dei, aunque la Obra lo desmiente. Una jactanciosa faroleratrepa al fin y al cabo, resumen los que más, aunque mal casaría eso con la determinación pero también prudencia con la que se mueve el Pontífice.

POLÉMICA EN FACEBOOK Y TWITTER

Su padre, casado con una italiana, era egipcio o marroquí, según las fuentes, añadiendo confusión a la confusión. Para más inrri, el progenitor la abandonó. Cuando Francesca Immacolata Chaouqui, de 32 años --33 dicen otros, 34 añaden los terceros, ¿otro indicio?--llegó al Vaticano, corrieron las primeras fotos. Las suyas, retocadas, de Facebook, que no parecen coincidir mucho con la realidad. Su llegada tampoco pasó desapacercibida por unos tuits que en aquellos pasillos barrocos debían sonar como incendiarios. "Benedicto XVI sufre de leucemia", "el cardenal Bertone (secretario de Estado) es un corrupto", "al exministro Giulio Tremonti (de Berlusconi) le han cerrado la cuenta en el IOR porque es gay".

Recien embarazada, ilustró su Facebook con frases contra homosexuales y familias monoparentales ("Abominable seudoamor de quien quiere un hijo por egoísmo"). Explicó a la policía que "unos 'screenshot' (hackers al fin y al cabo) han entrado en mi perfil" y la cosa no fue a más.

"Me han llamado porque soy buena", explica ahora con el arrojado lenguaje de los jóvenes contemporáneos, aunque tampoco se sabe muy bien quién de verdad la llamó. Tal vez fue el mismo monseñor riojano Lucio Vallejo Balda que la llevó consigo a la comisión COSEA, la que debía darle una vuelta a toda la estructura económica vaticana.

Lo cierto es que apareció en los ambientes vaticanos en el 2012, cuando Paolo Gabriele, mayordomo de Joseph Ratzinger, sustraía documentos del despacho papal y los pasaba al escritor Giangluigi Nuzzi, el mismo que con el título de 'Via Crucis' publica esta semana las dificultades de Jorge Bergoglio en darle la vuelta, no solo a la economía papal, sino a la Iglesia entera. #Paologabriele-no-es-el-cuervo, escribía en sus tuits, explicando que el mayordomo papal era solo la mano de otras mentes que iban a por Benedicto XVI. "Es solo la punta del iceberg", describe cuanto sucede ahora.

CLAVES DE SEGURIDAD

Hasta entonces ella había trabajado como lobista en el estudio Orrick y en Ernst&Young y, desde entonces, su marido, un informático, es el guardián de la clave del tercer nivel de seguridad del sistema de comunicaciones vaticanas, el más bajo y de acceso público. El nivel que ha sido pirateado es el segundo --seguridad media--, conocido con el nombre del arcángel Rafael (el primero se llama arcángel Miguel y el tercero, arcángel Gabriel). La actividad de los hackers --millares y continuas tentativas de intrusión-- es monitoreada por unas expertas monjas estadounidenses.

"Soy extraña a los hechos, es el monseñor quien me ha metido en el baile y ahora se las toma conmigo, imáginese, hay un clima muy malo", ha declarado estos días a la prensa después haber sido interrogada los pasados sábado y domingo y haber pasado una noche dentro del Vaticano, en un convento de salesianas. Su situación judicial es de arresto en libertad con cargos porque colabora con las autoridades.

Explica que se presentó "espontáneamente", aunque en la realidad los gendarmes de Su Santidad la llamaron para que fuera. La defiende Giulia Buongiorno, a través de la que Chaouqui explica: "Colaboraré con la gendarmería para que salga la verdad, colaborar no significa autoacusarse, porque soy extraña a todo".

FIESTA DE 18.000 EUROS

Cuando en el 2013 entró en COSEA pareció una marciana. La llevó allí el monseñor riojano, quien ya había anunciado que sería el secretario --especie de viceministro-- del futuro superministerio de Economía, querido por Francisco para sustraer economía y finanzas de manos italianas: el banco (IOR), el hasta entonces ministerio o Prefectura de Economía, la administración de la Ciudad-Estado, los balances de todos los "ministerios" vaticanos y todas sus ramificaciones. Limpieza total, como le habían pedido a Francisco los cardenales que le eligieron. Demasiado, tal vez, para que "los italianos" encajasen el golpe en silencio.

Tuits a parte, el mayor tropiezo de la Mata Hari vaticana ocurrió el pasado año, con la organización de una recepción exclusiva, en una de las terrazas de Via della Conciliazione, con 150 invitados y 18.000 euros de coste, mientrass más de dos millones de fieles estaban más que apretujados en los aledaños del Vaticano. Ella hacía los honores de casa y el monseñor repartió las hostias colocadas en un vaso de cristal. "Entré, saludé, tomé un vino y me fui", dice, mintiendo según los presentes. A las pocas horas de ese ostentoso evento, el riojano perdió el cargo al que aspiraba y ella el 'badge' para entrar en el Vaticano. Por ahora, ya que "está colaborando". Dan Brown vio justo, pero tal vez se quedara lejos.