McGuinness: de "formidable terrorista" a "formidable pacificador"

La trayectoria de McGuinness comienza en el IRA y culmina con su presencia en un Gobierno con sus antiguos enemigos unionistas

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BEGOÑA ARCE / LONDRES

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Lo que hizo de Martin McGuinness del Sinn Féin un “formidable enemigo”, también hizo de él un "formidable pacificador”. Con esas  palabras, el exprimer ministro laborista, Tony Blair, resumía la figura de antiguo dirigente del IRA, un hombre clave en el proceso de paz de Irlanda del Norte, con el que Blair paso largos años negociando. McGuinness ha fallecido este martes de los 66 años, a causa de una fulminante enfermedad genética. Hace tan sólo dos meses, ya frágil, había dimitido por razones políticas, como viceministro principal en el gobierno norirlandés.

La trayectoria de este histórico de la lucha republicana en Irlanda no puede ser más extraordinaria y controvertida. Quien dirigiera la guerra a sangre y fuego contra el Gobierno británico, supo cambiar de rumbo y encauzó la delicada transición de las armas, a la política. McGuinness fue, junto a Gerry Adams, un elemento  fundamental en los Acuerdos de Viernes Santo firmados en 1998. A raíz del pacto, dirigió con los unionistas el Gobierno compartido de la provincia. Ante las cámaras selló la reconciliación estrechando la mano de la reina Isabel II. Más tarde brindaría incluso por ella en el castillo de Windsor.

MUERTES BAJO SU LIDERAZGO

Nacido en el suburbio de Bogside en la ciudad de Derry en 1950, la pobreza, la discriminación y los abusos que sufrían la minoría católica, en una provincia dominada por los unionistas protestantes, le condujo muy pronto a la lucha clandestina. En 1972, a los 21 años, ya era número dos del IRA en Derry, cuando se produjo el Bloody Sunday, (Domingo Sangriento), con el asesinato de 14 manifestantes desarmados, acribillados por los disparos de soldados británicos. Sólo un año más tarde, tal y como se sabría mucho tiempo después, McGuinness participó con Adams en unas conversaciones secretas en Londres, con el gobierno británico. Los servicios de inteligencia del MI5 atisbaron ya su potencial para el liderazgo, valorándole como un elemento serio, con una visión estratégica.

Su pertenencia al IRA y el haber sido detenido con un vehículo cargado de explosivos le llevó en dos ocasiones a la cárcel. Entre 1979 y 1982, bajo su mando liderazgo, la banda paramilitar, acabó en un mismo día con la vida de Louis Mountbatten, miembro de la familia real y de dieciocho soldados británicos. En los años posteriores, el IRA llevaría a cabo algunos de sus atentados más sangrientos.

JEFE NEGOCIADOR

La transición a la política de McGuinness fue lenta. Ya desde el Sinn Féin, el brazo político del republicanismo, en un liderazgo compartido con Adams, fue el jefe negociador en los Acuerdos de Viernes Santo, con el gobierno de Blair, del que logró concesiones controvertidas para los presos del IRA. Al mismo tiempo, a lo largo de las discusiones, mantuvo reuniones con importantes figuras de los paramilitares republicanos en Belfast. Fue así como se decretaron las treguas de 1994 y 1997 y como el IRA terminó entregando sus arsenales en el 2005.

Su carrera política debutó en 1999, cuando fue nombrado ministro de educación en el Gobierno norirlandés, cargo en el que permaneció hasta el 2003. En el 2007 se convirtió en viceprimer ministro del Gobierno autonómico, compartiendo el poder en la autonomía con quien había sido su peor enemigo, el feroz, unionista radical, Ian Paisley, entonces ministro principal, hoy ya fallecido. Lo más chocante e inesperado fue ver como los dos hombres entablaron una relación de una cordialidad inmensa, que acabó convirtiéndose en amistad.

Hoy la hija de Paisley, Kyle, ha lamentado la muerte de McGuinness recordado, “con placer, el año increíble que él y mi padre pasaron juntos en el gobierno y todo lo bueno que hicieron juntos. Nunca olvidaré su gran cariño cuando mi padre estuvo enfermo”. Pero no todos los mensajes han sido tan afectuosos y conciliadores. El que fuera figura del partido Conservador, Norman Tebbit, cuya esposa quedó permanentemente paralizada, cuando el IRA hizo estallar una bomba en Brighton en 1984,  le ha recordado como “un cobarde, que nunca expió sus crímenes” y por tanto, “no puede haber perdón sin la confesión de los pecados”.