Experimentos con Ucrania

Tras el fracaso con Grecia, el Fondo Monetario Internacional y la Unión Europea han decidido repetir el experimento en Ucrania,

El presidente Petro Poroshenko.

El presidente Petro Poroshenko.

ELISEO OLIVERAS

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A pesar del fracaso de la política de ajustes draconianos aplicada en Grecia en los últimos cinco años, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Unión Europea (UE) han decidido repetir el experimento en Ucrania, un país que se encuentra en una situación aún más explosiva que Grecia y que está fracturado por una guerra civil con más de 6.200 muertos.

La UE y el Gobierno de Kiev firmaron ayer en Riga un nuevo memorándum para otro préstamo adicional europeo de 1.800 millones de euros que ayude a evitar la quiebra de la antigua república soviética. Este crédito complementa los 15.900 millones (17.500 millones de dólares) aprobados por el FMI en marzo.

En ambos casos, los préstamos se irán desembolsando escalonadamente y están condicionados a la estricta aplicación por parte de Kiev de un programa de reformas socioeconómicas que empobrecerán a la mayoría de la población.

Las medidas de ajuste implican sucesivas subidas del precio del gas para los ciudadanos: el 285% este año, que se suma a las del 56% aplicada ya en el 2014 y que habrán multiplicado por diez el recibo doméstico de cara al 2017. La congelación de pensiones y salarios este año, con una inflación que se situó en el 45,8% en marzo, supondrá un brutal recorte del poder adquisitivo de los ciudadanos, aunque el FMI asegure que la inflación bajará al 25% a finales de año.

Plan de reformas

El plan de reformas incluye además el recorte del gasto público, una fuerte restricción monetaria, las privatizaciones de las empresas y propiedades públicas, la reducción del 20% del empleo público este año, la privatización de la asistencia sanitaria, la reducción del 5% de las escuelas de secundaria, cierre del 60% de los centros universitarios y el saneamiento bancario con fondos públicos. Los grandes grupos agroalimentarios occidentales están ya adquiriendo amplias propiedades agrícolas y controlan más de 2,2 millones de hectáreas del país.

Para que el rescate financiero funcione, según el FMI, requiere que los inversores con deuda pública del país acepten un sacrificio de 13.600 millones de euros (15.000 millones de dólares). Rusia es uno de los principales acreedores internacionales y su presidente, Vladimir Putin, sancionado por EEUU y la UE, ha rechazado hasta ahora cualquier quita o sacrificio en la deuda ucraniana en manos del Estado ruso.

Fracaso de los programas

Numerosos economistas de EEUU y la UE señalan que el plan del FMI peca de desmedido optimismo. El subdirector del FMI, David Lipton, reconoció que «ninguno» de los ocho programas anteriores de la institución en Ucrania desde su independencia había alcanzado sus objetivos y que la situación del país había empeorado. La directora del FMI, Christine Lagarde, también admitió que el nuevo programa implicaba «altos riesgos». Tras la contracción del PIB de Ucrania del 5% en el 2014, el FMI estima que se producirá este año otra del 5,5%, pero asegura que la economía volverá a crecer el 2% en el 2016.

Con el 60% de la economía sumergida, una corrupción generalizada, y el país y la Administración dominados por los oligarcas, implica que quienes tienen la tarea de sanear la vida política y económica de Ucrania son precisamente los responsables de su enfermedad, comentó el historiador británico  

El presidente de Ucrania, Petro Poroshenko, es un destacado miembro de la oligarquía, con una fortuna estimada en más de 1.000 millones, y fue ministro durante el mandato del depuesto presidente Viktor Yanukovych. El Gobierno de EEUU, antes de convertir a Poroshenko en adalid de la libertad, lo tenía catalogado como un «oligarca deshonesto» y un «político profundamente impopular», según los cables diplomáticos filtrados por Wikileaks.

Otra de las particularidades del Gobierno de Ucrania es la presencia de extranjeros nacionalizados de urgencia. La ministra de Finanzas, Natalie Jaresko, es una exdiplomática del Departamento de Estado de EEUU, que recibió la nacionalidad ucraniana el mismo día de su nombramiento. El ministro de Economía es el exbanquero lituano Aivaras Abromavicius y el ministro de Sanidad es el exministro georgiano Alexander Kvitashvili. Otros altos cargos también son extranjeros.

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