Análisis
¿Y Europa? Ni está ni se le espera
La escalada bélica entre Israel y la franja de Gaza certifica la aparición en escena de nuevos protagonistas para encarrilar una mediación que lleve al cese de la violencia. La iniciativa está en manos de un Egipto que nada tiene que ver con el deMubarak,una Turquía que sigue afianzándose como poder regional y un Catar recién llegado a la escena internacional, pero con suficientes medios e intereses (políticos, estratégicos y religiosos) como para reclamar un puesto en la negociación. Los cambios aportados por la primavera árabe ahí están.
¿Y Europa? Ni está ni se le espera. Su papel en el conflicto había consistido en pagar la factura que no podían sufragar los palestinos y que en muchos casos hubieran debido pagar los israelís. Era un papel perfectamente asumido y que en el fondo le ahorraba a la UE quebraderos de cabeza. Ahora, no es que Bruselas no esté por la labor de pagar. Es que ni se pone de acuerdo para redactar un comunicado.
El lunes, cuando los ministros de Exteriores elaboraban el documento, el Reino Unido y Francia abogaban por pedir a Israel que no lanzara un ataque terrestre, mientrasCatherine Ashton,la jefa de la diplomacia europea, apoyada por Alemania, imponía su punto de vista.
En primer lugar, condenaba los ataques con cohetes contra Israel desde Gaza. En segundo, defendía el derecho de Israel a proteger a su población y, en tercer lugar, instaba a Tel-Aviv a «actuar proporcionalmente y asegurar la protección de los civiles». Que Gaza, la zona más densamente poblada del mundo, sufra un bloqueo impuesto por Israel no merece ni una mención.
La realidad indica que la operación lanzada por Israel para, oficialmente, detener el lanzamiento de cohetes por medio de ataques aéreos y bombardeos desde buques de guerra ha causado la muerte de al menos 127 palestinos, muchos de ellos niños y mujeres, más de 900 han resultado heridos, y ha destruido diversos edificios civiles. Comparado con los daños y las víctimas causadas por los cohetes palestinos (tres muertos), no hay proporcionalidad como exigía Europa.
La primavera árabe dejó a la UE descolocada. Después de hablar repetidamente de la necesidad de democracia en la zona sin dejar de avalar a las autocracias consideradas un mal menor frente al islamismo, no supo qué hacer con aquel movimiento. Ahora tampoco. Más allá de firmar declaraciones que la realidad se encarga de reducir a palabras huecas, la UE está renunciandode factoa tener un papel en la solución de un conflicto que se desarrolla a muy pocos kilómetros de distancia. Parece como si Europa no tuviera intereses en la zona y alguno debería tener.
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