EL DESAFÍO YIHADISTA
El Estado Islámico extiende su poder a Libia
La ciudad de Derna, en manos islamistas, rinde pleitesía al EI
Derna, en el este de Libia, controlada por grupos islamistas, se ha convertido en la primera ciudad del norte de África que rinde pleitesía al Estado Islámico (EI). Al menos, eso es lo que muestra un vídeo en cuyas imágenes se ven a cientos de islamistas, subidos en vehículos todoterreno, gritando «Alá es grande», lanzando soflamas en favor del Estado Islámico y blandiendo banderas del salafismo violento: un sable bajo unas palabras en árabe que rezan «todo por Alá », sobre fondo negro. El estandarte no admite equívocos. Es el mismo que se erige en las ciudades que están bajo control yihadista en Siria o Irak.
Fuentes del ámbito de la seguridad libia consultadas por este diario aseguran que «la situación es muy peligrosa porque se desconoce hasta dónde pretenden llegar los radicales», pero, a pesar de este desconocimiento, la realidad se impone y el grupo del EI en Libia ya tiene emir: Sufian Ben Qumu, un excombatiente en Afganistán que pasó por la prisión de Guantánamo y en el 2007 fue extraditado a Libia.
El germen
Nada más producirse el estallido de la revolución del 17 de febrero del 2011, Ben Qumu se postuló -con tanta experiencia acumulada sobre el adoctrinamiento militar en Afganistán- para entrenar a cientos de jóvenes en la lucha contra el régimen gadafista. De hecho, su nombre ha saltado en repetidas ocasiones en la prensa por liderar la organización extremista Ansar el Sharía (defensores de la ley islámica) en Bengazi, la ciudad donde surgió el germen de la sublevación popular.
Junto a él está también Abdelhaki al Hassidi, otro carismático líder religioso y persona influyente en Derna, de donde ha salido la bolsa más importante de libios enrolados en las filas de Al Qaeda tras la intervención de EEUU en Irak. También ingresó en Guantánmo, sufrió la tortura y en el 2008 fue trasladado a la prisión de Libia hasta que quedó amnistiado por Gadafi. EL PERIÓDICO le entrevistó en el 2011, en su domicilio particular, cuando estalló la revolución libia y cientos de jóvenes soñaban con la muerte para transformarse en mártires, pero no por Alá, sino por la democracia. Ahora, estos jóvenes enrolados en las filas del Estado Islámico de Derna buscan «reconocimiento» y «poder».
Bajo el liderazgo de Ben Qumu, Al Hassidi y otros camaradas, los islamistas que se apoderaron de Derna nada más desintegrarse el aparato tribalista de Muamar Gadafi, han dado un salto cualitativo en su ambicioso proyecto: declararse aliados del EI en Irak para imponer una visón rigorista de la ley islámica y, en especial, para luchar por el control de los recursos energéticos, el verdadero cáncer de Libia y máximo responsable del caos instalado.
Se desconoce el método que los extremistas piensan utilizar para implantar un sistema político inspirado en una interpretación desviada de las leyes islámicas, pero no parece que diferirá demasiado del que ya existía. «Los extremistas ya dominaban antes la ciudad, organizando una especie de tribunales islámicos», señala Omaran Benlejou, un revolucionario clásico del 17 de febrero.
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