LA BARBARIE YIHADISTA

El Estado Islámico vuela el templo de Baal, una de las joyas de Palmira

JAVIER TRIANA / ESTAMBUL

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Primero, tomaron la ciudad. Sucedió en mayo, y se la arrebataron a las tropas del presidente sirio, Bashar el Asad. Luego, volaron unas criptas de interés secundario por considerarlas idolatría. Después, procedieron con las ejecuciones. Multitudinarias. Ahora, y tras haber acabado con el mayor especialista en la milenaria ciudad de Palmira, el Estado Islámico (EI) ha decidido volar una de las joyas del yacimiento: el templo de Baal, cuyos restos más antiguos databan del siglo I antes de Cristo.

El grupo terrorista utilizó una gran cantidad de explosivos e hizo saltar el templo por los aires. Sus columnas se derrumbaron y la nave central (casi en perfecto estado de conservación) quedó destruida por completo. Esta ha sido la primera vez que el EI dinamita monumentos de ese yacimiento romano. El responsable sirio de Museos y Antigüedades, Maamoun Abdulkarim, aseguró a la agencia de noticias Reuters que los yihadistas volaron el lugar el pasado domingo. «Hemos repetido que la siguiente fase sería una de aterrorizar a la gente y, cuando tuvieran tiempo, empezarían a destruir los templos», indicó Abdulkarim.

«Estoy viendo cómo destruyen Palmira ante mis ojos. Que Dios nos ayude en lo que está por llegar», lamentó. Varios residentes de Palmira que huyeron de la ciudad tras la toma por parte de los yihadistas comentaron al Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH) que los terroristas colocaron los explosivos en el templo hace un mes.

La profesora Emma Loosley, de la universidad británica de Exeter y que residió cerca de Palmira durante tres años, describió la parte central del templo como «casi perfecta». «No se me ocurre otro templo tan bien conservado como el de Baal», dijo en declaraciones a la cadena de televisión británica BBC. «Y lo que era especial de Palmira -apuntó Loosley- es que se trataba de una cultura única: tenía sus propios dioses, su propia forma de arte y de arquitectura que no encuentras en ningún otro lugar».

DIVINIDAD FENICIA

La mayoría de la ciudad data de los dos primeros siglos de nuestra era y sus edificios muestran técnicas greco-romanas con influencias locales y persas. El templo de Baal en particular estaba dedicado a la divinidad fenicia de las tormentas y las lluvias fertilizantes, y sus partes primigenias datarían del año 17 a. C.

La noticia de la voladura llega después de que, la semana pasada, los fundamentalistas decapitaran en la plaza del Museo de la ciudad nueva a Jaled al Asad, arqueólogo jefe del yacimiento durante 40 años, y colgaran su cuerpo de una de las columnas de la antigua Palmira. Asad, una eminencia en la historia del lugar y que había dedicado su vida a velar por ese yacimiento, se negó a revelar a los radicales dónde se hallan las estatuas y artefactos que se escondieron para evitar la destrucción cuando la ciudad estaba a punto de caer ante el empuje del EI.

Una de las escalas más importantes de la Ruta de la Seda, Palmira ha recibido los sobrenombres de 'Venecia de las Arenas' y 'Joya del Desierto', y contaba con más de 1.000 columnas y una necrópolis de más de 500 tumbas. La Unesco no ha tardado en reaccionar a lo que considera un «crimen de guerra». «Estos actos son crímenes de guerra y sus responsables deben rendir cuentas por sus acciones», señaló, a través de un comunicado, Irina Bokova, directora de la agencia cultural y de patrimonio de la ONU.

COMPLEJIDAD Y RIQUEZA

«El arte y la arquitectura de Palmira, en la encrucijada de numerosas civilizaciones, es un símbolo de la complejidad y la riqueza de la historia y la identidad siria -agregó Bokova-. Los extremistas buscan destruir esta riqueza y diversidad. Hago un llamamiento a la comunidad internacional para que permanezca unida contra esta constante limpieza cultural».

Antes de que la guerra estallara en Siria, en la primavera del 2011, las ruinas de Palmira, inscritas como Patrimonio Mundial en la lista de la Unesco en 1980, recibían una media de 150.000 turistas al año. Este es el último capítulo de una larga nómina de ensañamientos contra esculturas y edificios milenarios por parte del EI. Sin ir más lejos, el pasado mes de julio destruyeron una estatua de un león de unos 1.900 años, considerada una de las piezas más relevantes del lugar.

La misma suerte corrieron otros tesoros arqueológicos de las zonas bajo control yihadista en Irak y Siria. La razón esgrimida para su destrucción es que serían muestras de paganismo, politeísmo e idolatría. Unas ideas que la delirante visión del islam suní practicada por el EI no permite.