El Estado Islámico decapita al arqueólogo más eminente de Palmira

Imagen de las majestuosas ruinas de Palmira en el desierto sirio.

Imagen de las majestuosas ruinas de Palmira en el desierto sirio.

JAVIER TRIANA / ESTAMBUL

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Su vida terminó en las ruinas por las que veló durante 40 años. Jaled Asad, antiguo arqueólogo jefe del yacimiento de la ciudad romana de Palmira, fue asesinado por el Estado Islámico (EI) en la tarde del martes. El Observatorio Sirio de Derechos Humanos (SOHR, por sus siglas en inglés) y la Agencia Siria Árabe de Noticias indicaron que la decapitación se produjo en la Plaza del Museo de la ciudad nueva, conocida como Tadmur. Una fotografía publicada por el SOHR muestra los restos del arqueólogo atados a una farola, con la cabeza cercena a los pies. Su cuerpo habría sido trasladado después al yacimiento, un importante sitio histórico incluido en las listas de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO y que está bajo control yihadista desde el pasado mayo.

«Quién imaginaría que un académico que prestó unos servicios tan memorables a este lugar y a la Historia sería decapitado», lamentó el responsable de Museos y Antigüedades de Siria, Maamoun Abdulkarim, en declaraciones a la agencia de noticias Reuters. «Y su cadáver sigue colgando de una de las antiguas columnas de la plaza central de Palmira», agregó. Asad, un anciano de 82 años, había sido detenido hace más de un mes e interrogado durante todo ese tiempo por los fundamentalistas, según Abdulkarim, para que les revelara dónde se habían escondido algunos de los tesoros de Palmira y evitar de este modo su destrucción. «Fue uno de los mayores pioneros de la arqueología siria del siglo XX», alabó su compañero.

«Estoy seguro de que estaba tratando de convencerlos [a los yihadistas] de que no dañaran las antigüedades y las ruinas. Y por ese motivo le mataron», señaló a la cadena británica BBC Abdalrazzaq Moaz, co-director de Patrimonio Cultural de la Escuela Americana de Investigación Oriental. «Para él, era muy difícil ver su ciudad bajo el control de esa gente, así que insistió en quedarse», añadió su colega.

Jaled Asad dedicó su vida y obra a proteger y promover el yacimiento de Palmira. Nacido en esa misma ciudad en 1934, estuvo a cargo de los restos entre 1964 y 2006, cuando se jubiló, aunque no dejó de trabajar con el departamento museístico del país. Antes de eso, desenterró gran parte de las joyas de Palmira: la gran columnata, el tetrapilon, algunos cementerios bizantinos, cuevas y tumbas.

UNA VEINTENA DE LIBROS

A Asad se le atribuye la autoría de más de veinte libros sobre Palmira y la Ruta de la Seda, de la que la milenaria ciudad siria era una importante escala. Galardonado por instituciones en Francia, Polonia y Túnez, el arqueólogo asesinado era ducho en el idioma arameo, del que tradujo textos hasta el 2011.

Además, Moaz indicó que otro arqueólogo había sido ejecutado esta semana. Según la agencia estatal siria de noticias, la cifra de estos especialistas asesinados por el Estado Islámico alcanza los 13 desde el inicio de esta compleja guerra.

El mes pasado, los terroristas destruyeron una estatua de un león de 1.900 años, uno de los objetos más preciados del sitio arqueológico, a lo que se unen otras campañas contra restos históricos sirios e iraquís durante los últimos meses.

El motivo: los radicales consideran estas manifestaciones idolatría, muestras de politeísmo y paganismo, unos conceptos que no tolera su visión delirante del islam suní.

«La continua presencia de estos criminales en Palmira -advirtió

Maamoun Abdulkarimm, jefe de de Museos y Antigüedades de Siria- es una maldición y un mal augurio para cada columna y cada pieza arqueológica del lugar».

TIFUS CERCA DE DAMASCO

Mientras tanto, en el campamento de refugiados de Yarmouk, en los alrededores de Damasco, se han registrado seis casos de tifus confirmados por las Naciones Unidas.

La ONU alertó de que las inexistentes condiciones higiénicas en el campamento podrían disparar el número de casos tanto de tifus como de otras enfermedades.