¿España como Grecia?

Podemos insiste en comparar a los dos países aunque la estructura de sus economías y las reformas realizadas son muy distantes

OLGA GRAU / BARCELONA

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«Tic, tac, tic, tac». La onomatopeya de un reloj que avanza inoxerable fue la amenaza que lanzó Pablo Iglesias Mariano Rajoy el pasado domingo cuando la victoria de Syriza era ya segura. La hora del cambio ha llegado a Grecia, ha llenado de ilusión al movimiento que defiende el fin de la austeridad, y el partido español que lidera la intención de voto en las encuestas quiso poner al PP sobre aviso.

Podemos insiste en comparar a Grecia con España. Los dos países comparten lacras y penalidades como la de tener una tasa de paro insostenible (España un 23,70% y Grecia un 25,8% en el 2014) y haber estado sometidos ambos a la presión de Bruselas (el país heleno está controlado por la Troika al haber sido rescatado, mientras que España no) para realizar reformas y aplicar medidas de austeridad que han comportado elevados sufrimientos a la población.

Sin embargo, España y Grecia eran ya muy distintos antes de su adhesión al euro y también lo son ahora, tras siete años de crisis. Para empezar, un factor morfológico. España tiene un PIB de alrededor de un billón de euros, con un volumen de deuda que pesa lo mismo que su economía y una población de 46,5 millones de habitantes. El país heleno, con una economía que produce alrededor de 186.000 millones de euros, tiene una población de 11 millones de personas y una deuda que se sitúa en el 176% del PIB.

La distancia no se ciñe tan solo al tamaño, sino también a la composición de la economía. Grecia vive principalmente del turismo y un 13% de la población son funcionarios (651.717 personas). España, con un sector turístico muy potente, cuenta con una economía diversificada con una importante estructura de empresas exportadoras.

Y, aunque más de la mitad de las firmas del Ibex-35 proceden de antiguos monopolios del Estado privatizados (banca y energía), una parte muy importante de estas grandes compañías están presentes en todo el mundo, especialmente en América Latina. Pero quizás donde las diferencias entre ambos países son más abismales es en la estructura de la administración del Estado. En el último informe de la Troika sobre Grecia, un simple vistazo sobre las reformas en curso o pendientes arroja una idea del retraso del país frente a los Estados modernos.

Sin registro catastral

En el 2013, Grecia emprendió una reforma fiscal, que no ha culminado ni de lejos. El país no cuenta con un registro catastral y no puede gravar los bienes inmuebles. Los impuestos se recogen en función de las facturas de la luz. El Estado también ha empezado ahora a fijar un sistema fiscal para las ganancias generadas por el capital y está implementando por primera vez reglas fiscales para la actividad empresarial. Se calcula que cada año se dejan de ingresar en Grecia 10.000 millones en IVA y que la Seguridad Social no puede recaudar deudas anuales por valor de 9.000 millones. Tampoco avanzan las privatizaciones que deberían reportar ingresos de alrededor de 22.000 millones hasta el 2020.

El problema de Grecia no estriba tan solo en aliviar su pesada deuda, sino en cómo se pone al nivel de los Estados modernos para generar riqueza y poner sostener un Estado del Bienestar.