Primarias en Nuevo Hampshire

El empuje de los 'outsiders' mantiene abierta la carrera electoral en EEUU

Una mujer con su hijo vota en las primarias en un gimnasio escolar de Concord (Nuevo Hampshire), este martes.

Una mujer con su hijo vota en las primarias en un gimnasio escolar de Concord (Nuevo Hampshire), este martes. / periodico

IDOYA NOAIN

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Nuevo Hampshire, un estado que lleva con orgullo su eslogan de “vive libre o muere”, es un auténtico laboratorio de la democracia estadounidense. Miles de ciudadanos se vuelcan con responsabilidad en un proceso que va desde aguantar el bombardeo de mensajes, visitas y anuncios (80 millones de dólares se han gastado en publicidad para alcanzar a 1,4 millones de personas) hasta la laboriosa procesión por actos personales de distintos candidatos para conocerlos y valorarlos personalmente. En este año electoral lleno de interrogantes, aún se ha disparado más la capacidad de Nuevo Hampshire de dar sorpresas. Y no solo tiene que ver con la incertidumbre que crea el peso del votante independiente (hasta el 40% según algunos cálculos), sino con el fenómeno de los ‘outsiders’, que ha desbaratado cualquier previsión y promete alargar la carrera.

En las primarias de este martes, en las que el secretario de estado Bill Gardner había previsto una participación récord de 550.000 personas, se anticipan las victorias tanto de Donald Trump en el lado republicano como de Bernie Sanders en el demócrata. Serían triunfos por los que hace seis meses nadie habría puesto la mano en el fuego pero que confirmarían también el palpable auge de dos candidatos que se tocan desde extremos opuestos en su conexión con votantes hartos del sistema, de los aparatos, de Washington y de la política tradicional. Y sus potenciales triunfos tienen muchos más efectos que mantener vivas las opciones del deslenguado magnate inmobiliario neoyorquino y el veterano senador independiente de Vermont.

ECOS DE OBAMA

La campaña de Sanders empieza a tener muchos ecos de la de Barack Obama en el 2008. Como hace ocho años, enfrente tiene a Hillary Clinton. Y aunque esta vez la exsecretaria de Estado es favorita para lograr finalmente la nominación del partido, Sanders ha sido capaz de ilusionar y movilizar a los jóvenes o de alentar la idea de una “revolución política” de la izquierda. En el campamento de Clinton empiezan a verse algunas gotas de sudor frío.

Como sucediera en el 2008, Bill Clinton ha entrado en modo ataque en los últimos días, haciendo el trabajo ‘sucio’ de poner en duda las credenciales progresistas de Sanders (aunque de momento no ha llegado a usar términos como “cuento de hadas” con los que despreció propuestas de Obama). Y según una información que publicó el lunes Politico, hay movimientos de reorganización en la campaña de la exprimera dama, que estaría preocupada tanto por los problemas para transmitir su mensaje como por las dificultades de conectar con los jóvenes, algo en lo que no tiene problema el senador de 74 años. “No hay sensación de pánico pero sí de urgencia por arreglar estos problemas ahora”, decía una fuente de la campaña en el artículo, que fue inmediatamente denunciado como falso por la propia Clinton.

ESPERADA VICTORIA DE TRUMP

En el campo republicano, mientras, ante la esperada victoria de Trump todos los ojos estaban puestos en el segundo, tercer y cuarto puesto, los únicos que se consideran viables para mantener algunas candidaturas. Marco Rubio, el senador impulsado por un tercer puesto en los caucus de Iowa, esperaba que las urnas dictaran el veredicto sobre si su desastrosa actuación en el debate del sábado había sido suficiente para cavar su tumba o era un tropezón superable. John Kasich y Jeb Bush (y en menor medida Chris Christie) debían dirimir quién tiene opciones de seguir representando al aparato del partido, una ecuación en la que partía con ventaja el gobernador de Ohio, que ha apostado por una campaña positiva y ha hecho un esfuerzo ímprobo sobre el terreno. Ted Cruz, mientras, aunque enfrentaba el escaso peso del voto cristiano en Nuevo Hampshire apostaba por recoger votos del retirado Rand Paul o de un Ben Carson que se desvanece.

De las urnas de Nuevo Hampshire deben salir 32 delegados demócratas y 23 republicanos, pero eso no es lo que más cuenta. Es cuestión del llamado “momentum”. La carrera sigue viva