viaje histórico de obama a cuba
La emigración cubana a EEUU se dispara
Ricardo Mir de Francia
Periodista
Especialista en política internacional y reportero. Fue corresponsal en Washington durante una década, donde cubrió las presidencias de Obama, Trump y los inicios de Biden. Antes estuvo otros seis años en Oriente Medio. Licenciado en Periodismo por la Pompeu Fabra y con estudios de posgrado en Derecho Internacional, se ocupa actualmente de la guerra en Ucrania. Interesado también en temas de investigación, geopolítica de la energía, cambio climático y economía.
RICARDO MIR DE FRANCIA
La Casa Blanca confía en que el acercamiento a Cuba acelere los cambios económicos en la isla y conduzca a una suerte de apertura democrática a medio plazo. Pero muchos cubanos no parecen tenerlo tan claro.
La isla vuelve a vaciarse a marchas forzadas. Más de 10.000 cubanos llegaron a Estados Unidos en los dos primeros meses del año, según datos oficiales, a lo que habría que sumar los 43.000 que lo hicieron el año pasado. Esta nueva oleada inmigratoria hacia el vecino del norte es la mayor desde los años 90, y está generando tensiones en algunos países centroamericanos. Nicaragua y Costa Rica han cerrado sus fronteras a los cubanos que tratan de atravesar su territorio sin visado.
El éxodo se ha acelerado por el temor a que Washington acabe con los privilegios que concede a los ciudadanos de la excolonia española para asentarse en el país. Esos privilegios están amparado por la Ley de Ajuste Cubano, aprobada por la Administración de Johnson en 1966. Cualquier cubano que ponga pie en el país tiene derecho a quedarse y a recibir la residencia permanente un año después. Solo se les puede deportar si son detenidos antes de cruzar la frontera. La Administración de Obama insiste estos días en que no pretende modificar la ley, pese al rechazo que despierta en el régimen de La Habana, para el que estimula la inmigración ilegal y fomenta el negocio de las mafias.
“La Administración no tiene planes para cambiar nuestra actual política de inmigración hacia Cuba ni buscar un cambio legislativo respecto a la Ley de Ajuste”, ha dicho a Efe un portavoz de la Oficina de Aduanas de EEUU. Pero son cada vez más las voces dentro del país que piden que se derogue o se modifique. Así lo han hecho en sus editoriales grandes medios como 'The New York Times', 'USA Today', 'Bloomberg' o el 'Miami Herald'. Entre otros motivos aducen que promueve la inmigración ilegal y establece un patrón discriminatorio al conceder a los cubanos lo que se niega a los sirios o centroamericanos.
“También ha sido utilizada por Cuba como pretexto para imponer estrictos controles a su población y ha impedido al Gobierno americano realizar las mismas inspecciones de seguridad que lleva a cabo con otros inmigrantes”, escribió a finales de diciembre el 'New York Times'. A diferencia de cómo se hacía en el pasado, la mayoría de cubanos ya no llegan a EEUU jugándose la vida en balsas y cayucos. Lo hacen por tierra, en viajes interminables de miles de kilómetros, como el de Rolando Acosta, que ahora se gana la vida en Miami conduciendo un taxi.
CARTAS DE INVITACIÓN DE ECUADOR
Acosta se fue unos meses antes de que Barack Obama y Raúl Castro anunciaran el acuerdo para restablecer relaciones diplomáticas, pero utilizó el mismo método al que recurren muchos cubanos ahora. En el mercado negro, pagó 1.500 dólares para obtener dos cartas de invitación de Ecuador, un país que hasta finales del año pasado no requería visado a los cubanos. Le acompañaba su pareja.
Tras volar a Quito, emprendieron un viaje en autobús, tren y barco hasta la frontera de EEUU, atravesando siete países y miles de kilómetros. En Guatemala tuvo que sobornar a los aduaneros, según su propio relato, y durante buena parte del camino recurrió a los coyotes de las mafias que guían a los inmigrantes por el camino. Entre los dos, les pagaron 8.100 dólares.
DECOMISOS EN EL RESTAURANTE
Acosta no se fue por temor a que se acabara la Ley de Ajuste cubano, sino “porque no podía más”. Era uno de los cuentapropistas de la isla. Regentaba un restaurante (paladar) en Camagüey y varias veces al mes los inspectores estatales se presentaban en el local para pedirle la documentación sobre las materias primas que utilizaba para preparar sus platos, según su relato. “El Estado no tiene suficiente materia prima para abastecer a tiempo a todas la paladares, así que a veces tenía que comprar cosas en el mercado negro”, afirma en una cafetería. “Cada vez, me decomisaban algo. Cuatro cajas de pollo, 84 cajas de refrescos... Varias veces me llevaron preso unos días”.
Al final, asegura, acabó quebrando su negocio. “No podía más con el estrés porque te aprietan y te aprietan”. Acosta considera que el viaje de Obama a Cuba es “una falta de respeto para todos aquellos que se han jugado la vida en los cayucos y los trenes mexicanos”. Cuando puede regresa a la isla a ver a sus tres hijos, que se quedaron con su primera mujer, pero dice que no volverá para quedarse. “Ya he sufrido demasiado”.
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