ESCÁNDALO EN ESTADOS UNIDOS

EEUU pagó pensiones a nazis expulsados

Muchos alemanes siguieron cobrando tras perder la nacionalidad estadounidense

RICARDO MIR DE FRANCIA / WASHINGTON

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Martin Bartesch sirvió como guardia de las SS en el campo de concentración de Mauthausen. Arthur Rudolph diseñó los misiles balísticos V2 utilizados por la Alemania nazi en los bombardeos de Londres. Jakob Dezinger patrulló las alambradas de Auschwitz mientras miles de personas eran gaseadas y esclavizadas hasta la muerte. Pero durante muchos años, todos ellos se comieron su pedazo del sueño americano e incluso vivieron del contribuyente estadounidense tras ser obligados a abandonar el país. Así lo ha revelado una investigación de la agencia Associated Press, que pone al descubierto otro de esos episodios vergonzoso de la historia.

A mediados de los 70, los estadounidenses se enteraron con horror de que miles de nazis, tantos como 10.000, según algunos cálculos, emigraron al país después de la segunda guerra mundial. Algunos fueron incluso invitados por el Gobierno a través de un programa encubierto de la OSS -la predecesora de la CIA- para importar ingenieros, científicos y técnicos de la Alemania de Hitler. Es lo que se llamó Operación Paperclip, puesta en marcha para evitar que la materia gris germana acabara en la Unión Soviética o en Inglaterra y, de paso, ayudara a EEUU a desarrollar sus programas aeroespaciales y armamentísticos.

Hasta que en 1979, la presión del Congreso llevó al Departamento de Justicia a crear la Oficina de Investigaciones Especiales, dedicada a un solo propósito: encontrar a los nazis sospechosos de participar en los crímenes del régimen y expulsarlos. Como no podían ser juzgados porque sus crímenes se cometieron fuera del país, la única alternativa pasaba por acusarlos de haber mentido a las autoridades aduaneras para deportarlos y extraditarlos mediante un largo proceso legal.

DEPORTACIÓN

Eso hizo que Justicia optase por acelerar el proceso ofreciéndoles la deportación voluntaria a cambio de seguir cobrando los beneficios de la Seguridad Social -la pensión- una vez hubieran abandonado el país y renunciado a la ciudadanía estadounidense. Y eso es lo que sucedió en muchos casos. De los 66 que se marcharon desde 1979 por ser sospechosos de crímenes de guerra, 38 continuaron cobrando la pensión, una media de 15.000 dólares anuales. De ellos, al menos cuatro siguen vivos y siguen recibiendo sus cheques religiosamente.

«Es absolutamente escandaloso que sigan cobrando la Seguridad Social cuando hace muchos años que se les prohibió estar en nuestro país», dijo la diputada Carolyn Maloney tras destaparse la historia. La Casa Blanca ha afirmado que se opone a que mantengan los beneficios, pero uno de sus portavoces confesó que no sabe todavía cómo podrá poner fin a esta práctica.

Entre los receptores de las pensiones, había individuos como un colaboracionista nazi que ingenió el arresto y la ejecución de miles de judíos en Polonia o un guarda de las SS que participó en la destrucción del gueto de Varsovia, saldada con la muerte de casi 13.000 judíos.