TENSIÓN EN ASIA

EEUU dobla la apuesta en el Pacífico con un escudo antimisiles

Un soldado estadounidense patrulla a bordo de un Humvee en la localidad surcoreana de Paju, junto a la frontera con Corea del Norte.

Un soldado estadounidense patrulla a bordo de un Humvee en la localidad surcoreana de Paju, junto a la frontera con Corea del Norte. / periodico

ADRIÁN FONCILLAS

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Los últimos desmanes norcoreanos acercan el viejo sueño estadounidense de plantar en Asia el escudo antimisiles que temían China y Rusia. No es probable que su irrupción vaya a sosegar una zona del globo que concentra a países hermanos enfrentados, heridas históricas sin cauterizar, reclamaciones territoriales y presupuestos de defensa sin bridas. En el Pacífico, donde Estados Unidos y China se juegan el liderazgo global, el llamado THAAD (Terminal de Defensa Aérea de Alta Altitud) podría redibujar el equilibrio de fuerzas.

Seúl y Washington anunciaban tras el reciente lanzamiento de un misil norcoreano que empezarían a negociar su despliegue “a la mayor brevedad”. Acababa así una década en que las presiones chinas habían pesado en Seúl más que el miedo a su vecino del norte. Un grupo de trabajo discutirá este mes la ubicación y cómo se reparten una factura de 1.250 millones de dólares. 

China y Rusia han pedido explicaciones durante toda la semana a Seúl. “Al perseguir su propia seguridad, un país no debería perjudicar la de otros”, aseguró el Ministerio de Exteriores chino. La prensa oficial de Pekín calificaba las razones de Seúl de “fútiles y débiles”. Su decisión, sostenía el diario 'Global Times', fue tomada “en un momento de confusión”, “carece de visión estratégica” y “solo contribuirá a complicar más la seguridad en la región”. Un exmilitar chino alertaba de que Pekín y Moscú podrían acumular más misiles y desplegar submarinos nucleares para contrarrestar al escudo.

Pekín ve en el THAAD otro paso en la estrategia estadounidense en el Pacífico, su prioridad militar después de los fracasos en Irak y Afganistán. Seúl y Washington han intentado aplacar su ira prometiendo que solo pretenden controlar a Pionyang. Los expertos independientes reducen la peligrosidad de su amenaza nuclear y algunos califican de “ciencia ficción” que un misil norcoreano pueda golpear Estados Unidos. La geopolítica explica que Pionyang haya encontrado en Washington al principal socio para exagerar su poderío destructor.

DATOS EXACTOS

Un THAAD desplegado en Corea del Sur cubriría buena parte del suelo chino y ruso gracias a sus radares con capacidad de rastrear distancias de 4.000 kilómetros. Washington tendría datos exactos de maniobras militares aéreas y terrestres o de la ubicación de instalaciones sensibles. Los datos sobre el lanzamiento de un misil chino llegarían en tiempo real a la estación de Alaska y darían la oportunidad de abatirlo. El radar también cubre el mar del Sur de China, donde media docena de países se enzarzan en reclamaciones territoriales y las fuerzas militares chinas y estadounidenses han tenido ya algún roce.

“China está en contra de cualquier sistema antimisiles en Asia que pueda reducir el potencial de sus proyectiles, especialmente de los relacionados con su capacidad disuasoria nuclear. También le preocupa que esos sistemas puedan proliferar en Taiwán y ayuden a defenderla del arsenal de misiles convencionales desplegados”, señala por 'e-mail' Richard Bitzinger, analista de la Escuela S. Rajaratnam de Estudios Internacionales de Singapur.

Los esfuerzos estadounidense por aumentar su red de aliados explica que se hable ya de una nueva guerra fría en el Pacífico. El THAAD en Corea del Sur podría vincularse al sistema de defensa en Japón para integrar una mini-OTAN en el patio trasero chino. También Tokio se planteaba en noviembre alojar un escudo pero el cúmulo de conflictos abiertos con Pekín desaconsejó añadir otro.

Los THAAD, en servicio desde el 2008, están formados por un radar, seis plataformas de lanzamiento montados sobre camiones, 48 misiles y un panel de comunicaciones. Hoy funcionan cinco y Washington ha encargado otras dos a Lockheed Martin, una de las mayores compañías de equipamiento militar del mundo. El sistema está diseñado para abatir misiles dentro o fuera de la atmósfera durante su tramo final de vuelo. Estados Unidos podría trasladarlas a la otra punta del planeta en cuestión de días.

VALOR DIPLOMÁTICO

Los expertos debaten sobre el papel que desempeñará el THAAD en la seguridad de la zona: unos sostienen que la redefinirá por completo mientras otros le otorgan un valor diplomático simbólico. No hay dudas sobre su eficacia ante proyectiles de corto y medio alcance pero el Pentágono ha reconocido que aún no han sido probados contra los de largo alcance. Voces reputadas ya han advertido que serían inútiles contra el misil que el domingo pasado puso en órbita un satélite de comunicaciones. “Desde una perspectiva puramente técnica, su despliegue tiene poco sentido como respuesta al lanzamiento del último misil porque carecen de la velocidad y el alcance para interceptarlo”, señala George Lewis, experto en seguridad de la Universidad de Cornell.

Tampoco hay acuerdo si el control del THAAD sobre China es el principal objetivo o el secundario del escudo. “Es complicado a menudo distinguir los efectos de los sistemas antimisiles”, reconoce Elbridge Colby, experto del Centro para una Nueva Seguridad Americana y autor de 'Armas nucleares y relaciones entre China y Estados Unidos'. “Pero en este caso se debe a la creciente amenaza norcoreana (…) El fallo de China presionando lo suficiente a Corea del Norte para que detuviese su programa de misiles y nuclear ha facilitado que Seúl esté considerando seriamente su despliegue”, añade.

Todos los intentos de Pekín para arrastrar a Pionyang a las negociaciones internacionales y frenar sus desafíos han fracasado. Ni siquiera la paciencia confuciana es ilimitada, y la posibilidad de que sus misiles hayan permitido que Estados Unidos le plantara un THAAD en el vecindario puede haberla agotado.