EPISODIO CONTROVERTIDO DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

Dresde tiene memoria

El casco antiguo destruido de Dresde, visto desde el consistorio local, en febrero de 1945.

El casco antiguo destruido de Dresde, visto desde el consistorio local, en febrero de 1945.

ALBERT GARRIDO / BARCELONA

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Setenta años después de que 4.000 toneladas de bombas incendiarias destruyeran casi por completo la ciudad de Dresde se sigue discutiendo si aquel episodio de la segunda guerra mundial fue o no un crimen de guerra. Entre las 10 y 14 minutos de la noche del 13 de febrero de 1945 y las 12 y 10 minutos del mediodía del día 15, la conocida como Florencia del Elba fue sometida por la RAF y la USAF a cuatro bombardeos masivos ('bombingcarpet') en los que participaron un mínimo de 1.000 aviones --800 en la primera oleada-- que causaron alrededor de 25.000 víctimas y aterrorizaron a la población de un enclave sin valor estratégico.

Aunque la tesis oficial de aquellos días fue que el bombardeo de Dresde pretendía dificultar los movimientos de 42 divisiones alemanas y apoyar el avance del Ejército Rojo, los efectos que la operación tuvo en el desarrollo final de la guerra fueron poco menos que nulos. Más verosímil se antoja que el ataque sobre Dresde fue diseñado como un acto de represalia por sir Arthur Harris, jefe supremo de la RAF, un militar inclinado a fijar áreas de ataque ('strategic targets') más que bombardeos sobre objetivos concretos.

SEMBRAR EL TERROR

Harris era amigo personal de Winston Churchill y partidario, se dice, de sembrar el terror y vengar los bombardeos sufridos por ciudades inglesas. A tenor de los testimonios de quienes vivieron aquel momento, se cumplió su propósito porque Dresde carecía de agua para extinguir los incendios y ardió como una pira. Al tener noticia de lo sucedido, Josef Göbbels lloró primero, se encolerizó después y criticó a Hermann Göring por su ineficiencia, pero enseguida explotó la tragedia como símbolo del martirio del pueblo alemán.

Después de Dresde, Churchill se distanció de Harris. «Creo que ha llegado el momento de plantearse si hay que seguir bombardeando las ciudades alemanas por el solo hecho de intensificar el pavor, aunque puede haber otros pretextos», escribió el 28 de marzo el 'premier' a los jefes del Estado Mayor.

DEBATE SOBRE LA LEGITIMIDAD

Acabada la guerra se abrió el debate sobre la legitimidad del ataque a Dresde. Intelectuales de diferentes ideologías, dentro y fuera de Alemania, entendieron que quienes ordenaron los bombardeos eran responsables de un crimen contra la humanidad, pero la cuarta Convención de Ginebra (1949) se redactó de tal manera que los dejó exentos de cualquier responsabilidad.

Para la historia quedó la siguiente reflexión del mariscal Harris dirigida al Ministerio del Aire al día siguiente del mensaje de Churchill: «Para mí, personalmente, todas las ciudades alemanas que quedan no valen los huesos de un solo granadero británico».