SIGUE LA OFENSIVA EN GAZA

Doble matanza israelí en un mercado y una escuela de la ONU

Civiles palestinos inspeccionan los daños en un vecindario de Gaza causados por un bombardeo israelí, ayer.

Civiles palestinos inspeccionan los daños en un vecindario de Gaza causados por un bombardeo israelí, ayer.

EUGENI GARCÍA GASCÓN
GAZA

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Otra escuela del norte de Gaza que pertenece a la UNRWA, la agencia de las Naciones Unidas para los refugiados, fue bombardeada ayer por la artillería israelí, la sexta vez que se repite este hecho desde el 8 de julio. En esta ocasión el incidente se produjo en el mayor campo de refugiados de la franja, el de Jabaliya, causando la muerte de al menos 16 palestinos de todas las edades. Horas más tarde, en acción de la artillería israelí, esta vez contra el mercado de Shayahía, un barrio del este de la ciudad de Gaza, murieron 17 civiles, incluido un periodista palestino, y otras 200 personas resultaron heridas.

Pocas horas después del ataque a la escuela, en la puerta había decenas de burros que los campesinos se habían llevado en su huida para buscar protección en un recinto que ellos consideraban seguro pero que se convirtió en su tumba para algunos. Una veintena de esos burros, algunos todavía aparejados en sus carros, yacían en el suelo ensangrentados. «Matan hasta nuestros burros», repetían los supervivientes, conmocionados.

La emisora pública La Voz de Israel señaló que solo se dispararon dos cohetes contra la escuela, pero los supervivientes contaron hasta ocho proyectiles que impactaron en tres lugares distintos dentro del recinto escolar, abarrotado por unos 3.300 desplazados. Dos proyectiles destrozaron una pequeña aula vaciada de pupitres donde dormían decenas de civiles de varias familias y en la que se veía por doquier la sangre de las víctimas.

«Fue a las cinco de la mañana, poco después de que acabara la oración del fayr. Empezamos a oír explosiones y no sabíamos lo que estaba ocurriendo», comentaba aturdido el campesino Ahmed Hamed. «Mi familia se va a quedar aquí, porque ¿adónde podemos ir? Nuestra casa ha sido destruida. ¿Qué podemos hacer?», se lamentaba.

«¿Adónde podemos ir?», repetía  también Abdel Alim, otro campesino de 50 años que vestía una camisa ocre. «Hemos llegado de Beit Lahiya. Nos echaron de nuestras casas. Han quemado nuestros campos. Nos dijeron que este lugar era seguro y mire lo que ha pasado. En nuestra familia somos 22 personas. No podemos hacer otra cosa que seguir aquí».

«No nos dejan ninguna alternativa. Solamente nos queda ponernos un cinturón de explosivos y estallar en Tel-Aviv», continuaba Abdel Alim. «¿Adónde podemos ir? Nos persiguen a todas partes, bombardean todos los lugares a los que vamos. No hay ningún lugar seguro».

Algunos campesinos hablaban mal de la ONU, y más específicamente de la UNRWA, aunque casi todos estaban dispuestos a seguir en la escuela porque no se les ocurría ningún lugar mejor al que huir. «Hace tres días que la UNRWA prácticamente no nos trae comida ni agua. Ayer solo nos dieron un poco de pan; nada de agua», se quejaba un campesino, y otros a su alrededor corroboraban esas palabras.

GRANADAS / Funcionarios israelís dijeron que «desde los alrededores de la escuela» los milicianos dispararon granadas de mortero contra las tropas y recordaron que desde el 8 de julio la UNRWA ha hallado cohetes en tres escuelas. Un portavoz de la agencia respondió: «El hecho de que se hayan encontrado algunos cohetes en escuelas en desuso no puede utilizarse para justificar el bombardeo de una escuela donde los niños dormían al lado de sus padres».

El jefe de la UNRWA, Pierre Krahenbuhl, condenó el ataque e instó a la comunidad internacional a que ponga un fin inmediato a esta «carnicería continuada» que tiene lugar en toda la franja. Krahenbuhl dijo que la UNRWA había facilitado a Israel las coordenadas precisas de la escuela bombardeada ayer en 17 ocasiones, la última vez solo unas horas antes del fatal ataque.

Por la tarde, el bombardeo al mercado se produjo durante un alto el fuego «humanitario» de cuatro horas que Israel declaró de  manera unilateral. En Deir al Balah, unos kilómetros al sur de la ciudad de Gaza, murieron siete miembros de una misma familia palestina en otro bombardeo.

Durante la jornada de ayer murieron al menos 108 palestinos, con lo que el número de fallecidos desde que empezó la ofensiva alcanzó los 1.348, la mayoría civiles, mientras que hay más de 7.300 heridos, casi todos civiles, lo que da idea de la amplitud de los bombardeos y del castigo colectivo que Israel está infligiendo en el conjunto de la población.

Las milicias palestinas, por su parte, dispararon más de 85 cohetes. Un incidente grave ocurrió cuando tres soldados murieron como resultado de la explosión de dos bombas trampa en una casa de Jan Yunis, con lo que ya son 56 los soldados muertos desde el 8 de julio.