Dimite el responsable de Exteriores de Brasil

Un conflicto diplomático con Bolivia ha sido el desencadenante de su renuncia

Antonio de Aguiar Patriota.

Antonio de Aguiar Patriota. / GT/BEH/ms

EFE / Brasilia

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Antonio de Aguiar Patriota, canciller brasileño desde el 1 de enero del 2011, ha presentado este martes la dimisión tras el conflicto generado por la turbulenta fuga del senador boliviano Roger Pinto, que agrió las relaciones con Bolivia. Patriota, un fiel discípulo del anterior canciller, Celso Amorim, había asumido las riendas de la diplomacia brasileña el 1 de enero de 2011, cuando llegó al poder la presidenta Dilma Rousseff. El ministro era objeto de comparaciones constantes con Amorim, aunque aún así había conseguido afianzarse en el cargo.

Sin embargo, no ha podido soportar la presión que supuso la complicidad brasileña en la fuga de Bolivia del senador Pinto, quien estaba alojado en la embajada del país en La Paz y salió hacia Brasil con ayuda diplomática y sin salvoconducto.

Patriota, de 59 años, ingresó en la carrera diplomática tras graduarse en Filosofía en la Universidad de Ginebra y fue antes viceministro de Exteriores, cargo que asumió en octubre del 2009, cuando regresó al país tras ser embajador en Estados Unidos durante dos años. Desde que comenzó su carrera en el servicio diplomático, en 1979, ha ocupado diversos cargos en las embajadas en Caracas, Pekín y en la misión brasileña en la ONU, además de haber sido secretario general de Política Exterior de la Cancillería y asesor diplomático de la Presidencia de la República.

Patriota ha mantenido las líneas maestras de la política exterior impulsada por el Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, antecesor y padrino político de Rousseff, basadas en la búsqueda de una mayor cooperación en el eje sur-sur y con fuerte acento suramericano. Sin embargo, se le criticó que no llegó a alcanzar el brillo de Amorim, lo cual en parte se debió a que Rousseff le bajó el tono a la política exterior, que no tuvo para ella la prioridad que le atribuía Lula.