Un diálogo atascado

El Ejército colombiano redobla las operaciones y las FARC se saltan el alto el fuego pese a las conversaciones de paz

El negociador jefe de las FARC, Luciano Marín (izquierda), lee un comunicado, el pasado día 8.

El negociador jefe de las FARC, Luciano Marín (izquierda), lee un comunicado, el pasado día 8. / periodico

ABEL GILBERT / Buenos Aires

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"Nada está acordado hasta que todo esté acordado". La advertencia, hecha hace un año en Oslo por Humberto de la Calle, el jefe de la delegación que el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, designó para negociar la paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), recupera ahora la actualidad. En octubre del 2012, en aquella ciudad lejana y gélida, se sentaron las frágiles bases para intentar, otra vez, poner fin al conflicto que desde 1964 desangra a ese país. En estos 12 meses, el diálogo que prosiguió en La Habana arrojó luces, claroscuros y señales de advertencia.

Tanto el Estado como la guerrilla reconocieron parte de sus responsabilidades en la tragedia. Esto ya representa un hito. Pero con las palabras no basta para llegar a la meta. Las discusiones se reiniciarán en Cuba el próximo miércoles en medio de signos de desconfianza. El Gobierno y las FARC están empantanados en los que se refiere a los mecanismos que garanticen la futura participación de la insurgencia.

Hace meses, la Cámara de Representantes aprobó el proyecto de ley que permitiría realizar un referendo para avalar los eventuales acuerdos. Las FARC rechazan esa iniciativa que debe ser ratificada por el Senado. Pese a todo, De la Calle negó que se haya planteado la suspensión de las negociaciones.

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