DECLIVE DE UN PARTIDO HISTÓRICO

La descomposición del socialismo francés

El candidato presidencial Benoit Hamon la noche de su derrota electoral.

El candidato presidencial Benoit Hamon la noche de su derrota electoral. / periodico

Irene Casado

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El pasado mes de abril, tras ser eliminado en la primera vuelta de las elecciones presidenciales, el Partido Socialista (PS) francés recibía, en palabras de su candidato, Benoît Hamon, “una derrota electoral y moral”. En junio, los resultados de las elecciones legislativas ponían de nuevo a la formación entre las cuerdas: el PS pasaba de controlar la mayoría en la Asamblea Nacional, a contar con tan solo 45 diputados junto a sus socios ecologistas.

Tras tales batacazos, la misma noche de la segunda vuelta de estos comicios, el primer secretario del PS, Jean-Christophe Cambadélis, dimitía de su cargo. Así empezaba la trágica historia de descomposición del Partido Socialista en Francia. Como una fruta en plena putrefacción, parece que el problema del PS no se limita al desencanto de sus votantes, decepcionados de un quinquenio socialista poco lustroso, sino que traspasa las fronteras de su impopular imagen pública. 

En octubre de 2016, la formación recurrió a los expertos del gabinete Syndex, empresa especializada en la prevención de riesgos psicosociales en el trabajo, para realizar una auditoría sobre el clima laboral que reinaba en la Rue de Solférino, sede del PS en París. Según las informaciones reveladas por el diario digital 'Mediapart', tras tres meses de auditoría, la empresa retransmitió el balance a la formación. Solo existe una copia de dicho documento –para evitar posibles fugas- y sus resultados son escalofriantes.

"Lógicas de clan"

La investigación del diario francés ha permitido bosquejar las grandes líneas del estudio, “Syndex envió un cuestionario a 124 trabajadores, el 64% accedió a responder, el 39% de ellos denunció "violencias en el trabajo". Se trata -explica Mediapart- “de 31 personas, es decir, de un cuarta parte de los efectivos”. Según sus informaciones, los auditores se hacen eco de una “situación antisocial”, de “lógicas de clan” y de lugares “donde la palabra no es posible”.

Y es que, parece que tras las puertas del número 10 de la Rue Solferino, sede del PS desde 1986 y ahora en venta por razones “políticas y financieras” -según confirmaba el pasado 3 de agosto el semanario satírico 'Le Canard Enchaîné'-, el ambiente laboral parece poco o nada idílico. “Mecanismos de degradación del trabajo (…) ausencia de confianza interna en aumento”, son algunos de los problemas detectados por los auditores durante su paso por el emblemático edificio.

La responsabilidad de Cambadélis

Según el mismo estudio, el círculo de Jean-Christophe Cambadélis, por aquel entonces primer secretario de la formación, sufría especialmente este clima “antisocial”.: “Existe una fuerte exigencia por parte del gabinete del primer secretario en términos de resultados sin tener en cuenta las competencias individuales, colectivas o técnicas de las que dispone Solferino (…) la comunicación por parte del gabinete del primer secretario es, en ocasiones, ruda (…)  presión inducida por las modalidades de cooperación con la oficina del primer secretario (…)”.

En definitiva, Cambadélis y su entorno parecen salir mal parados en términos sociales y relacionales, creando “un espacio donde no hay lugar a la confianza, donde no se habla y donde los trabajadores tienen la sensación de que se ‘les esconde ciertas cosas’”, relata 'Mediapart'.

Sin embargo, resolver esta sombría situación laboral no será una de las prioridades del PS que prevé ya, según las informaciones del diario francés, un “evidente plan social”. Y es que, la formación socialista se enfrenta a una verdadera crisis financiera: la dotación anual que recibe por parte del Estado pasará de 24,8 millones de euros anuales a entre 6 y 6,5 millones como consecuencia de sus catastróficos resultados electorales en los dos últimos comicios.