Demografía asfixiante

El hacinamiento impera en las megalópolis de Asia, la región más poblada del planeta

JAVIER TRIANA / MANILA

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«Tenemos que sacar del armario la cuestión del crecimiento de la población. Todos tenemos que ser responsables en nuestra vida y tomar decisiones éticas. Cada persona puede marcar diferencias cada día». La reputada naturalista Jane Goodall irrumpió en la cumbre del clima de la ONU de hace tres años con poderosas palabras y voz suave. Goodall, famosa por su trabajo con chimpancés, relacionó con lógica aplastante el cambio climático con la pérdida de las selvas y esta, a su vez, con la tala para lograr alimentos para una población mundial cada vez mayor. «Los bosques y los océanos no dan de sí para satisfacer a 7.000 millones de personas», la secundó el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.

En el este Asia (hogar de más de la mitad del censo mundial), el aumento poblacional y, por tanto, del consumo a nivel global, está causando estragos. La demanda cada vez mayor de biocombustibles lleva aparejada, por ejemplo, la quema masiva de bosque virgen en Indonesia, donde las nuevas plantaciones de aceite de palma privan de su hábitat a millones de indonesios. El país, el cuarto más poblado del mundo, se ha convertido así en el tercer mayor emisor de gases invernadero del planeta, y gran parte de sus 250 millones de habitantes viven en muy precarias condiciones en la isla de Java.

Muchos de ellos, en la capital, Yakarta. Que como Manila o el ejemplo ya clásico y extremo de Pekín, tienen en su aire niveles de contaminación nocivos. «Las megalópolis traen consigo cosas buenas, como oportunidades, trabajo, acceso a hospitales... Pero también aspectos negativos que pueden perjudicar la salud de los habitantes», asevera la representante en Filipinas de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Julie Hall. «Hay millones de personas viviendo en ellas, muchas hacinadas, por lo que hay que tomarse muy en serio la salud de las poblaciones urbanas, que seguramente seguirán creciendo». Para la experta de la OMS, una mala calidad del aire puede desembocar en el desarrollo de cáncer de pulmón y enfermedades como el asma. Además, la creciente población pone también los sistemas sanitarios al límite.

Por su parte, Angela Ibay, de WWF, alerta de que un desastre natural en una zona superpoblada tiene más papeletas de cobrarse un número superior de víctimas, al igual que una epidemia.

EXCEPCIÓN CHINA

En este contexto, la planificación familiar y el acceso a métodos anticonceptivos se hacen indispensables. De no cambiar la tendencia, un país como Pakistán podría llegar a doblar su población en apenas 30 años, alcanzando los 220 millones en el 2020. Solo China cuenta con una política estatal de hijo único, iniciada en los años 70

Muchas veces, la religión, y también los Estados, interfieren en el control poblacional. En la Unión Europea, la representación en el Europarlamento viene adjudicada por el número de habitantes. Para Jane Goodall, afrontar este asunto puede herir sensibilidades. «Pero es necesario».